Ayer veía a Jordi Évole en su programa Salvados hablar de educación, de educación española y de educación finlandesa, por comparar. Agua y aceite. Es cuestión de educación y no podemos entenderlo. Un ejemplo gráfico es que al terminar el programa, una famosa presentadora de programas de dudosa reputación se le ocurre decir como quien no quiere la cosa «Estupenda educación en Finlandia, y el frío, los suicidios y no poder sentarte en una terraza a tomar unas cañas y unas tapas». De la famosa presentadora no me sorprende, ya que mi juicio hacia todo el que se dedica a lo que la señora hace se resume en una sola palabra: asco. El problema es el resto.
El programa en cuestión viene a poner a nuestra educación «a la española» a la altura de la mierda en comparación en el otro país, un país en el que el 98% de las escuelas son públicas para no hacer distinción alguna sobre las clases sociales, un país donde la enseñanza es totalmente gratuita (hasta los libros escolares) que para eso se pagan los impuestos, un país en el que solo el 15% de los que optan a profesores consiguen su fin…
Mientras en España hay un 30% de abandono escolar (según la UNESCO), en Finlandia tan solo un 0,2%. Allí lo normal es que la escuela tenga 18 alumnos por aula y si tuviera un alumno que necesitara una educación especial podría bajar el número de alumnos o tener un profesor de refuerzo. Aquí se estudia cómo demonios meter a todo un colegio en un aula para gastar menos en el asunto.
Ser educados no es algo banal, es un proceso que lleva a la eficiencia, pasando por la conciliación laboral y la alta especialización de las empresas, que a la postre, familia y trabajo, son los motores que indican la felicidad, estabilidad y crecimiento del país. España en estas materias no es un país educado precisamente.
Me hace gracia que los profesores, visto el desastre se quejan ahora de los padres. Que si se ponen a favor del niño, que si quieren esto, que si quieren lo otro. ¡Qué cosas! los que nos educaron ahora se quejan de nosotros. ¿Quién es el culpable? ¿Hacemos todos autocrítica? Allí, seguía diciendo el programa del bueno de Jordi, si un padre quiere asistir a clase para ver en que se gastan sus impuestos y como se educa a sus hijos, las puertas están abiertas. Aquí el asunto es impensable, ¿se imaginan? Ni los profesores tienen la talla suficiente para semejante envite (generalizo), ni los padres han sido educados para ello (generalizo también).
En Finlandia la educación es cuestión de todos. De padres, profesores y sobre todo del común de los partidos políticos. El consenso es total. En España, cada vez que un partido político nuevo entra al poder hay una ley de educación distinta para derrocar a la que hicieron los otros, en España se educa a base de ideologías políticas, porque aquí las cuestiones educacionales las deciden los gobernantes, cuya educación, a vista de los últimos acontecimientos, perdonen que les diga, deja mucho que desear.
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