Menudo pastizal se ahorran las televisiones con Twitter. Antes se encargaban encuestas a diestro y siniestro, ahora con echar un rápido vistazo a los Trending Topic ya está todo hecho. Es lo que se lleva. Además los famosos airean sus historias en la red social del pajarito y eso es irresistible para la mayoría. Donde vaya «el bisbi» vamos (casi) todos. Antes estaban también en Facebook, pero no era lo mismo, no respondían ni aunque les mataran. Ahora resulta que el fulano de la charcutería de Villajoyosa se mete con Alejandro Sanz y ¡este responde! La leche. He hablado con el del corazón «partío».
Gran parte del auge de Twitter se debe también al incremento del parque de smartphones en nuestro país. No es lo mismo el que tiene que llegar a su casa para ver lo que pasa en su «micromundo», que el que responde a la consuegra hasta en las reuniones de trabajo. Si quieres ser alguien aquí, tienes que estar online todo el día, sino eres un mindundi del twitteo.
Lo de la brevedad parece que es inherente al ser humano y no me lo tomen con segundas por favor, que me refiero a los 140 caracteres. Primero fue el morse, más tarde el telegrama, luego llegó el SMS y la evolución nos ofreció a Twitter. Todos triunfaron en su momento. Será por eso de que escribir un libro o una simple redacción no va con nuestra forma de relacionarnos, ¿seremos la mayoría más del pim, pam, pum?
El caso es que como cada vez la cosa está más de moda, hay que parecer importante para mantener mejores relaciones. El charcutero de los 50.000 seguidores ya no es un charcutero cualquiera, ahora es @charcutero y su impacto mediático le eleva a los altares del «pío, pío». Mándeme una de pollo por Seur por favor. #somosguays.
Diariamente pasan por el twitter de uno, unos cuantos seguidores que buscan ser el nuevo charcutero 2.o barra twitter del momento. Entran a curiosear, esperan a ver si les sigues tu a ellos (eso algunos) y luego bye. Si te he visto no me acuerdo. No les da tiempo ni a leer 20 caracteres tuyos. Van y vienen y su único objetivo es incrementar sus charcuterismo social. Otros son más sociales, mucho más. Sus miles de seguidores se corresponden con miles de seguidos. No me pregunten como se enteran de algo en su timeline, porque para mi es una incógnita. Yo sigo a ochenta y no doy abasto. No tengo alma de charcutero. Nunca he sido un caza-followers.
Así van y vienen los followers. Son leves, insoportablemente leves, sólo el volumen, el «por mayor», lleva hoy en día a la fama en twitter. Unos van y otros vienen, pero en el proceso, algunos se quedan. Tus verdaderos followers, esos que leen todas las sandeces que escribes y no contentos te responden, comparten contigo y alguno hasta te alienta para que eleves la levedad de tus palabras. No tienen precio. Hacen grande a una red basada en conceptos tan pequeños como son solo 140 caracteres. Ahí le queda mi charcutería twitteril al que le interese.
4 Comentarios
Acabo de conocerte y me ha encantado tu post. Así que aquí tienes a una nueva «follower». Jejeje
La recomendación de Javi de @asturianinos era bien merecida. Iré pasándome a ver que nos cuentas.
Saludos.
Pues bienvenida!! y muchas gracias por el comentario :)
Saludos también al recomendador @asturianinos ;)
Aqui una mindundi del twitteo, reconozco que me encuentro entre esos que con cada follower más damos saltitos de alegria, pero también es cierto que muchas veces pienso ¿y este para que me sigue?.
Entono el «mea culpa» porque reconozco que al que me sigue le sigo (no recuerdo donde lei que era un gesto de agradecimiento y yo pues na a ello, no voy a quedar de desagradable en esto del twitter…).
Como siempre de diez Carlos :)
Todo eso está muy bien, mientras a quien agradeces tu con tu seguimiento, no deje de seguirte en cuanto lo haga, práctica muy habitual entre los caza seguidores de twitter :)
Muchas gracias por el comentario Gemma