Tradicionalmente el descanso estival venía a recargar nuestras pilas para afrontar los últimos meses del año con fuerza y energía. Era necesario hacer un alto en el trabajo para descongestionarse y liberar la mente para poder regresar a pleno rendimiento. ¡Qué tiempos! Todo cambia.
Vivimos otra realidad. Vivimos en un país con casi cinco millones de parados, con empresas que cierran día si y día también, con los bancos estrujándonos el cuello y con noticias tan alentadoras como «la prima de riesgo española sigue en máximos y supera los 370 puntos básicos«. Hay congelaciones y recortes salariales, la palabra ERE es denominador común de nuestras conversaciones de sobremesa y lo peor de todo es que el futuro se presenta aún más sombrío que el propio presente.
«Disfrutamos» también de años de deriva políticos, en general con una masa viciada y despojada de todo su crédito que hizo que España se lanzará por fin a la calle a decir «#nolesvoles» en aquel 15M que asombró a propios y extraños. En particular, nuestro gobierno hace aguas por todos lados y ha demostrado su incapacidad para dirigir una realidad como la que vivimos, mientras que la oposición ha demostrado su capacidad para no ayudar ni apoyar a este país en un cínico desencuentro con los ciudadanos que conseguirá, irónicamente, lo contrario a cualquier razonamiento lógico, el voto de estos en las próximas elecciones.
Mientras los sueldos siguen siendo lo que todos sabemos que son, el agua, la electricidad, la gasolina, el butano… la vida en general sube y ya saben que no sube poco. Las hipotecas se encarecen a capricho de unos señores que dictan desde allí, desde Europa, quien tiene derecho a vivir dignamente y quien no. Hasta la DGT para ahorrar, deja de pagar su teléfono de consulta gratuita y empezamos, como no, a pagarlo los ciudadanos. Cualquier día, llamar a la policía será cosa de gente pudiente.
Así el panorama, ¿no están deseando irse de vacaciones? pero no por desconectar de su trabajo, del trabajo de los afortunados, sino por desconectar unos días de la realidad y fantasear con que todo haya sido un horrible sueño que desaparezca a nuestra vuelta vacacional. Hagan caso a los mayores, va siendo hora de acostarse, hay dos rombos en la «tele».
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