Cada vez que desaparece una chica nos tememos lo peor. Hoy se han confirmado esos temores en el caso de Marta del Castillo. Nuevamente un energúmeno, en este caso un antiguo novio, se ha declarado culpable de la muerte de la joven sevillana. El «angelito» la mató según el mismo ha confesado, golpeándola con un cenicero para luego, junto con otro «angelito», tirarla al río Guadalquivir desde un puente. Otra familia rota por el dolor gracias a aquellos que todavía se sienten con poder para decidir sobre la vida y la muerte de sus semejantes.
Es lamentable que ocurran estos casos, igualmente lamentable será el castigo que recibirá el energúmeno. ¿En cuantos años campará a sus anchas de nuevo por las calles de Sevilla? A Marta le sesgaron la vida a los 17 años y ya no las recorrerá nunca más.
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