Inmersos como estamos en un proceso de cambio estructural, en el que las formas de hacer, de trabajar y de relacionarnos han cambiado, nos encontramos en ese momento en el que los procesos «antiguos» caen a gran velocidad y los «modernos» tienen todavía un coste de implantación alto. No un coste directamente económico, sino más bien social, de capacidades y sobre todo de concienciación.
Es habitual escuchar en corrillos empresariales frases similares a: «caemos al 20% año tras año, pero es que Internet no sube a la misma velocidad«. Hablamos de dinero, claro. Una economía, llamémosla analógica, está en proceso de desaparición y la emergente, la digital, nos guste o no nos guste, todavía es demasiado joven como para substituir a nada. En general. En particular hay ejemplos de todo tipo, desde el que triunfa porque entiende y apuesta, al que no lo hace a pesar de entender. Quizá la apuesta del segundo pueda estar viciada por reglas analógicas. Quizá. Quizá queramos agarrarnos al modelo que conocemos, al que hemos utilizado toda nuestra vida y por mucho que intentemos cambiar, no podemos. Quizá la apuesta no es suficiente.
El cambio que se está produciendo es de tal magnitud que probablemente muchos no lo entiendan en su totalidad hasta que se estudie en los libros de historia. Abarca a todos los estamentos sociales y económicos, hasta los más básicos, como la educación, obsoleta ante las nuevas necesidades de la población. ¿Por qué obsoleta? Porque en un ámbito de cambio global, la primera de las medidas a aplicar es cambiar o al menos modelar la educación, para asegurar el futuro de todos en base a los que vienen por detrás. Para ello es necesario que los que tienen que aplicar esa educación, conozcan el cambio y las nuevas necesidades, las hagan suyas y después las trasmitan a sus alumnos para crear generaciones preparadas ante lo que se van a encontrar en su vida y en el mercado laboral.
Hoy en día, la regularización laboral empieza a dar síntomas de agotamiento, de naufragio ante el cambio que tenemos encima. Ante las nuevas posibilidades, ante las dificultades y sobre todo ante los nuevos soportes destinados a realizar tareas, procesos y trabajos de otra manera, tenemos un absoluto inmovilismo político y empresarial. Es más cómodo seguir como estamos. ¿Hasta cuándo? Profesionalmente se necesitan nuevos marcos reguladores para aplicar a los nuevos profesionales emergentes que llegan preparados para liderar el cambio y a su vez se necesitan también nuevos marcos reguladores que se puedan aplicar a las nuevas posibilidades de trabajo de cualquier empresa y de cualquier sector.
Podría seguir, sector por sector, desgranando sus virtudes y miserias, lamentablemente en nuestros días, las virtudes, por norma general se han quedado en el pasado y todos los días tenemos a nuestra disposición información de las miserias que nuestra actitud ante el cambio están produciendo. ¿Cuál es la solución? ¿Cómo salimos de una crisis que vive aumentada por nuestra propia actitud ante el cambio?
Despertando. Si somos empresarios, dándonos cuenta que nuestras empresas, nuestros trabajos y nuestra forma de relacionarnos ha cambiado y va a cambiar más, a partir de ahí los números y las tendencias no mienten, si tu empresa pierde fuelle año tras año desde 2007, ponte en lo peor, resetea, olvida tus prejuicios, prepara un plan de cambio racional y radical, apóyate en tu equipo si está preparado y sino busca apoyo en el exterior, replantea el modelo de negocio de tu empresa de principio a fin y deja de tener esperanza en que los buenos tiempos volverán. Si no vuelven, que así será, estarás preparado, lo pasarás mal pero tendrás posibilidades de continuar y si vuelven, que no volverán, enhorabuena para ti porque seguirás haciendo lo que siempre has hecho y seguirás teniendo fácil rentabilidad pero pobre de nuestra sociedad en general por el paso atrás que supondría semejante hipótesis.
Si somos trabajadores asalariados mirando primero hacia nuestro interior y preguntándonos ¿estoy preparado para esto que dicen que ya ha llegado? Fórmate, solo o con ayuda, pero fórmate y trata de entender hacia dónde vamos. Luego piensa que el trabajo fijo ya no existe, que el trabajo en exclusiva tiende a no existir, piensa que tu mayor valor es tu conocimiento, en cualquier cosa que hagas y que ese conocimiento debes ponerlo al alcance de las empresas (en plural) porque quizá mañana o pasado mañana no trabajes solo para una empresa sino que tus conocimientos puedan ser buenos para una, dos, tres o las que puedas abarcar en un entorno, al menos en sus comienzos de moderada rentabilidad económica.
En unos y en otros, en todos en conjunto hay un aspecto clave para revertir o reconducir la situación, nuestra propia actitud ante el cambio. Las cosas cambian, siempre lo han hecho y siempre lo harán (lo contrario sería una catástrofe para nuestra especie), abandonemos el sillón o la zona de confort como ahora se llama al inmovilismo y avancemos hacia el futuro con la confianza que otorga el conocimiento. Si seguimos mirando atrás tendrán que venir a sacarnos del hoyo en el que nosotros mismos, poco a poco, nos hemos ido introduciendo.
3 Comentarios
Actitud ante el cambio, un aspecto clave para revertir cualquier situación de crisis http://t.co/U6daVn2apv ¿estás preparado? #change
¿Cómo salimos de una crisis que vive aumentada por nuestra propia actitud ante el cambio? @vooLive http://t.co/sGvtSn429F
Actitud ante el cambio, te sientes reflejado? http://t.co/kTMBpc8Bi9 vía @voolive