Viajar, ¿a quién no le gusta descubrir rincones nuevos, conocer de primera mano sitios emblemáticos o disfrutar de otros climas o situaciones geográficas? El hombre ha viajado desde que es hombre, por supervivencia, por alimento o por seguridad, en nuestros tiempos eso evidentemente ha cambiado, pero el viaje se ha instaurado como uno de los elementos de ocio más importantes en nuestra sociedad, desde visitar la provincia limítrofe, hasta aparecer en el otro lado del mundo, pasando por muchos otros tipos de viaje, el gastronómico, el familiar, de playa, montaña, para aprender idiomas, sexual, cultural, etc.
Hay muchos tipos de viaje, pero yo básicamente los divido en dos, los viajes unipersonales o en pareja y los viajes familiares. ¿Por qué? Planear un viaje, bien sea en avión, tren, barco, autobús o coche con su correspondiente alojamiento no es ni mucho menos barato en los tiempos que corren, todo lo contrario. Sin embargo, el single o la pareja disponen de amplias ofertas en el mercado para ir de aquí para allá a lo largo del ancho mundo a precios razonables. ¿Quién no ha escuchado la retahíla «me fui a Bélgica por treinta euros» o «estuve una semana en Canarias por 200 euros»?
Cuando tu familia crece, la cosa cambia. Las ofertas ya no lo son tanto y las facilidades para «los numerosos» brillan por su ausencia. En la mayoría de los casos son para echarse a reír o más apropiadamente a llorar. Fuera de ofertas y demás, baste el ejemplo de una búsqueda para visitar Londres desde Asturias para mi familia (3 niños pequeños), viaje solo, ida y vuelta Iberia me lanzaba una «irrechazable oferta» de 2.500 euros, mientras que la línea de bajo coste más económica me dejaba el viaje en una «fantástica oferta» de 1.250 euros. Perdonen ustedes, pero se les va la pinza, como vulgarmente se dice.
Dejando atrás el medio de transporte, cuando quieres alojarte en cualquier lugar y tienes dos o tres niños, el problema viene a ser parecido. Si quieres un hotel normalito, ni bueno ni malo, el día te puede salir, según en qué lugar, entre los 70 y los 110 euros y dices bueno, un día es un día, pero cuando quieres irte una semana o quince días a descansar a cualquier lugar, perdonen que les diga, pero creo que los precios actuales de los hoteles empiezan a ser «abusivos».
Un día, otra pareja con hijos, charlando de ir de aquí para allá, de lo caro que es esto y aquello, nos recomendó Airbnb, un lugar para alquilar habitaciones o casas completas de particulares (en principio) a un precio bastante más adecuado que la oferta actual hostelera. Y decidimos probarlo. Esta es la historia.
Como la cosa de ir a Londres, ya les he contado antes que estaba un poco complicada, preparamos una ruta fin de año en Francia con estancia principal en Poitiers que no lo conocíamos y con idea de pasar un día en Futuroscope y otro en Nantes como poco. Me puse manos a la obra y a través de los habituales Booking y demás, la mejor oferta, la más barata se iba a 70 euros al día. Entré en Airbnb y en seguida me fijé en una casita dentro de la ciudad, antigua pero con muy buena pinta, que se ofertaba a 25 euros al día. Diferencia apreciable, empecé a investigar.
Con muchas dudas por ser la primera vez, me puse en contacto con la anfitriona, cosa que permite la herramienta. Dirán ustedes que falla aquí, que así podríamos llegar a un acuerdo las dos partes y evitarnos pagar la suma de Airbnb. Pensamiento «Tipical Spanish». No, Airbnb se encarga de la seguridad, de que todo vaya bien, de asegurar los pagos y los cobros y de evitar estafas. Luego les cuento. El caso es que tras consultar sobre nuestra «abultada» familia, la anfitriona me dice que tiene que poner el precio inicial en 29 euros al día para equipar con más sábanas y demás. Y me lanza la oferta.
Después de investigar un poco, asegurarme y demás, acepto la oferta y Airbnb me cobra el total y 150 euros en concepto de fianza por posibles desperfectos. Esta cantidad viene indicada en cada casa que buscas y depende del anfitrión que sea más alta o más baja. La fianza queda guardada en Airbnb y si a las 48 horas de la salida, no ha sido reclamada por el anfitrión, se te devuelve sin problema como así ha sido en mi caso. Cuenta la letra impresa que si el anfitrión reclama algún desperfecto, Airbnb es el mediador entre ambos y quien decidirá si es así o no. No les puedo contar más, porque no ha sido mi caso. También hay una política de devoluciones por si el viaje finalmente no se puede realizar, depende de la casa contratada y por supuesto del anfitrión.
Otra de las cuestiones que me preocupaban es que al no ser un hotel, ¿cómo era el proceso de entrega de llaves? Pues sencillo, hablando con el anfitrión. En nuestro caso nos dijo que le llamáramos a una hora de Poitiers y así lo hicimos. Al llegar, estaba esperándonos para darnos las llaves y enseñarnos la casa; como funcionaba la calefacción, electrodomésticos, etc. La verdad es que fue una llegada agradable, incluso había tenido el detalle de dejarnos unas flores, una especie de roscón francés y algunas galletas para el desayuno. Fantástico.
Nuestra estancia fue agradable y sin mayor problema, decidimos volver un día antes porque dos de los niños estaban con bastante fiebre y preferíamos estar en un entorno más controlado por si acaso. Llamamos el mismo día a la anfitriona y en cuarenta y cinco minutos llegó a la casa, le explicamos, lo entendió y nos fuimos sin mayor problema. Realmente puedo decir que nuestra primera experiencia fue muy buena, entiendo eso si, que depende mucho del anfitrión que te toque y para asegurar a las dos partes lo más posible, tanto el anfitrión como el huésped son evaluados mutuamente con comentarios públicos, para que cualquiera que quiera volver a esa casa o darnos alojamiento a nosotros, se haga una idea en base a comentarios anteriores. Funciona.
Como pegas hacia la herramienta, decir que no solo hay ofertas particulares, sino que las empresas ya ven en Airbnb un lugar donde ampliar su negocio, lo cual por desgracia vuelve a a hacer aumentar los precios y supongo que en muchos casos el trato personal también languidece, o no, depende de cada cual.
Airbnb es un punto intermedio entre Booking y el intercambio de casa, que a mí personalmente, de momento, no me llama mucho la atención. Me parece una alternativa muy razonable a los elevados precios hosteleros actuales, eso sí, difícil de recomendar salvo en lo general (mucho) o algún lugar en particular en el que tu hayas tenido una buena experiencia, porque evidentemente, que vaya bien, mal o regular el asunto, depende del anfitrión y del huésped. Social, como la vida misma.
1 Comentario
Ya en el año 92 cuando estuve en Irlanda el sistema de B’n’B funcionaba de lujo a traves de guias para turistas que amablemente te regalaban en la embajada o a traves de la oficina de turismo de Irlanda, y parece ser un sistema al cual en el resto de Europa ya estan acostumbrados, con una diferencia, vives con los dueños de la casa.
Supongo que esto será como el sistema que han venido utilizando muchos propietarios con sus casas de veraneo en España y que nuestro gobierno amablemente a venido a fastidiar obligandoles a pagar las mismas tasas que los hoteles…
Como siempre, España a años luz.