Hay fechas marcadas en el calendario de obligado recuerdo por lo que representaron en su momento y siguen haciéndolo en la actualidad, sin embargo hay otras fechas que no dejando de ser históricas y estar también marcadas en el calendario, nos gustaría desterrar a su olvido eterno.
Hoy domingo 9 de noviembre se dan cita en la hemeroteca dos de estas fechas, la del recuerdo y la del olvido, y las dos tienen presente a una nación, Alemania, que fue presa de sus propios fantasmas para ofrecernos al resto de la humanidad los peores acontecimientos del siglo XX.
El 9 de noviembre de 1938, millares de militantes y simpatizantes nazis «regalaban» al mundo una ola de violencia sin precedentes contra sus vecinos judíos. La que desde entonces se conoce como la Noche de los Cristales Rotos ofreció un dantesco testimonio de crueldad, racismo y nula moralidad humana en multitud de ejecuciones callejeras así como por la destrucción de miles de viviendas, sinagogas y negocios de judíos. Ese día 9 de noviembre de doloroso recuerdo para el mundo, se pusieron las primeras piedras del holocausto que sobrevino a continuación.
Paradójicamente, también un 9 de noviembre, en este caso de 1989, millones de personas en todo el mundo mirábamos esperanzados por la televisión como las dos alemanias perdían su elemento más vergonzoso de cuantos quedaron al finalizar la guerra. Ese día caía el muro de Berlín a mano de centenares de alemanes que miraban por fin hacia adelante con ilusión y con verdadera ambición de cambio.
Dos fechas, dos efemérides, a cada cual más antagónica pero ambas historia de la humanidad. Recordemos la ilusión y la esperanza del día de la caída del muro de Berlín y desterremos pero no olvidemos la vergüenza que supuso al mundo la noche de los cristales rotos, porque el olvido es el primer paso para repetir el error.
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