Desde el momento en el que los mercados asfixian a una compañía, por el mero hecho de ofrecer información «comprometida», la democracia y todo nuestro sistema se exponen a las inclemencias temporales de la vanidad del poder humano. La marcha atrás de WikiLeads, obligada por la unión financiera en su contra, sacan a la luz el más esclarecedor de los cables, el que demuestra que nuestras vidas son dirigidas por intereses diversos que no están dispuestos a sacrificar su hegemonía en aras de la verdad.
Triste convencimiento para aquellos que creen que la información debe ser libre, desvinculada de intereses y de libre acceso a la población. Un gran día para todo el que está convencido de que las cosas deben seguir como están, nuestros destinos regidos por los grandes intereses y los estados en manos de los que financian sus quehaceres. Hoy todo sigue igual, la libertad ha dado un paso hacia atrás, quizá para mañana saltar con energía hacia adelante, si en su camino no se cruza un profundo foso que engulla cualquier intento de sacar a la luz lo que debería ser iluminado ante nuestros ojos.
Julian Assange, héroe apátrida -a su pesar- social, nos comunica que Wikileaks ha suspendido la publicación de su material por tiempo indefinido, con el objeto de centrarse en recaudar fondos con los que combatir el bloqueo financiero que se cierne sobre la compañía. VISA, Mastercard y Paypal han negado la entrega de fondos a Wikileaks. Por detrás de esta insólita decisión se encuentra el poder de bancos como Western Union o Bank of America, que pretenden estrangular la libertad de información desde la base, desde la propia liquidez de la compañía.
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