Este fin de semana, los «glamurosos» Zarkozy/Bruni han sido sentenciados por sus conciudadanos y tendrán que empezar a hacer las maletas para mudarse del Palacio del Elíseo y dejar hueco a su sucesor. François Hollande dirigente socialista de los que están al otro lado de los pirineos, ha sido el vencedor de las elecciones generales francesas celebradas ayer domingo 6 de mayo de 2012.
Han sido intensos los últimos días por aquello del «puedo prometer y prometo» por ambas partes. Programas electorales basados por un lado en el empuje a una comunidad europea debilitada por la crisis y por el otro en reforzar el tan deseado estado del bienestar, que en los últimos tiempos, ha sufrido algún varapalo que otro, no tanto como en otros países de su entorno, pero Francia tampoco está para «tirar cohetes».
¿Qué ha prometido Hollande para ganarse a su pueblo? ¿Cuáles son las líneas maestras de su programa electoral? ¿Por qué ha ganado la izquierda en Francia? Resumimos los datos aparecidos en Escolar.net:
Hollande ha prometido una subida de impuestos para los millonarios, hasta llegar al tipo máximo del IRPF que será del 75% para las rentas por encima del millón de euros al año. Mientras otros países de cuyo nombre no quiero acordar, basan sus propuestas en desangrar al pueblo y que sea este con sus rentas, impuestos y trabajo quien saque al país de la crisis, parece que el nuevo presidente francés ha decidido ir por otro lado, por un lado gravando a quien de verdad puede pagar, por otro lado, ha decidido no hipotecar la vida de sus ciudadanos decidiendo rebajar la edad de jubilación desde los 62 a los 60 años (para los trabajadores con 41,5 años cotizados), así como subir el salario mínimo por encima de la inflación (1.2o0 euros actualmente) y derogar la subida del IVA que preparaba Sarkozy.
Otras importantes promesas económicas pueden ser la predisposición a que las rentas del capital paguen lo mismo que las rentas del trabajo, que las empresas que se lleven sus fábricas fuera de Francia tengan que devolver las ayudas públicas recibidas, rebajar los sueldos de los directivos de las empresas públicas, limitar la acumulación de cargos públicos, la creación de un banco público de inversión para el desarrollo de las pequeñas empresas y la rebaja de un 30% del sueldo del presidente de la República y de sus ministros.
Dos datos también relevantes del programa pueden ser la apuesta de Hollande por las energías renovables en un compromiso por la reducción de la producción de electricidad a través de energía nuclear del 75% al 50% para el año 2025, cerrando las centrales más anticuadas, de cara a potenciar las energías renovables. La Francia nuclear por fin tiene al menos la intención de buscar alternativas viables sin residuos. El otro ataca a la vergonzante ley Hadopi creada por Sarkozy para atajar las descargas de Internet. El nuevo gobierno quiere buscar un modelo que concilie los derechos de los creadores y el acceso a Internet fácil y seguro. ¿Lo conseguirá?
La banca no debe estar muy satisfecha con la elección a tenor de la intención de subirles el 15% en sus impuestos, de querer prohibir a los bancos tener sucursales en paraísos fiscales y del planteamiento de obligar a que la banca de inversión –la especulativa– y la de ahorro –la de las libretas y créditos– estén separadas.
Para terminar y no menos importantes pueden ser las medidas -si finalmente se llevan a cabo- de inhabilitar por diez años a los políticos condenados por corrupción, aumentar las ayudas para las familias con hijos en edad escolar y la apuesta por la educación, al contrario de otros países que no nombraré, contratando a 60.000 nuevos profesores.
No está mal como carta de presentación, un ambicioso programa de cambio que ha convencido a los franceses a la hora de darle las riendas para manejar su país al menos durante los próximos cuatro años. Ahora viene lo importante. Cumplirlo. Quizá solo le ha faltado al bueno de Hollande incluir una promesa mas, la más difícil de cumplir, que todo aquel que llegue a la presidencia gracias a promesas y buenos propósitos varios, se vea en la obligación de cumplirlos. De lo contrario habría engañado y estafado a todos aquellos que han apostado por él. En Francia, en España, en Portugal y en donde sea, todo partido político que engañe y estafe a sus electores debería ser penalizado de alguna manera. A mi se me ocurre una muy simple. ¿Mentiste para llegar al poder? Cuatro años de inhabilitación para tu partido y a dejar de recibir fondos públicos de cualquier tipo durante la próxima legislatura. De esta manera las arcas públicas se sanearían a costa de los estafadores y fomentaría la regeneración política de un país, a la vez que obligaría a cumplir los programas electorales que acaban pasándoselos por ahí una vez que han conseguido, unos y otros, llegar hasta la poltrona del país de turno.
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