Sintetizando mucho y con analogías hacia la nomenclatura actual de la red sin ningún afán especial de clasificar o renombrar nada, me apetecía hoy hablarles sobre el avance de la sociedad vinculado a la Ciencia o del desgaste de esta en función del auge de las pseudociencias. Empezando por el principio, como no puede ser de otra manera, de la sociedad 0.0 no voy a hablar mucho, solo recordar las barbaries antaño cometidas que me hacen estremecer y dar las gracias por vivir en otra época. La historia se narra a base de muertes, conquistas y aniquilamiento de la razón humana. Hasta hace pocos años éramos primitivos hablando en grandes números, los representados por aquellos que han dominado el mundo hasta nuestro tiempo y han generado las grandes atrocidades de la historia de la humanidad.
Un buen día, no me pregunten cual, llegó el momento de subir un escalón, llegó la sociedad 1.0 a una serie de países privilegiados que escaparon en parte de la sinrazón y el oscurantismo gracias a ofrecer a la ciudadanía la posibilidad de crecer, de expandirse. El capitalismo quizá no sea la mejor de las opciones económicas, pero en nuestra corta historia social, supuso un avance sin precedentes en la historia de la humanidad. Muchos hicieron fortuna y se unieron al grupo de privilegiados que movían los hilos. Otros muchos vieron ganadas antiguas batallas históricas y sus derechos crecieron, al igual que su poder adquisitivo. La vida tornaba bien en el primer mundo, el resto merece un análisis aparte.
Aquellos fueron tiempos de fastuosas fantasías de ayer y de siempre que encandilaban a un público ávido de consumismo pero pobre de cultura. Las religiones y sectas fabulaban sus consignas a un pueblo desinformado y deseoso de creer en mil y una supercherías. El agosto de los «magufantes». Religiosos, astrólogos, ufólogos, homeópatas, creadores de artefactos mágicos y practicantes de pseudociencias en general camparon a sus anchas gracias a la pobre información circulante y al pobre nivel cultural de la población. El mundo se acabó cientos de veces, se intentaron curar enfermedades y nunca mejor dicho «fue peor el remedio que la enfermedad», nos atosigaron ovnis por doquier en una invasión alienígena en toda regla y el horóscopo, esa parte del periódico realizada mayoritariamente por becarios o personas con el don de la escritura graciosa, era una de las secciones más leídas de los diarios. De las «brujas» y «adivinantes» varios, mejor ni hablo.
La ciencia no era para el pueblo, nunca lo ha sido. Sus extrañas ecuaciones y la falta de verborrea social de sus practicantes, la alejaban de las masas, que en su mayor parte rechazaban sus principios para poder creer en grandes y retorcidas fábulas.
Otro día cualquiera, la sociedad avanzó un dígito y se convirtió en 2.0. La información corría a raudales por todos lados, se crearon más televisiones, más diarios, más radios y un invento sin igual hasta el momento, Internet. Con todo el cóctel llegaron muchas personas y demostraron que se puede hablar de Ciencia sin hacer estallar el cerebro del interlocutor de a pié en su intento de comprensión del mundo que nos rodea. Maravillosamente, una parte apreciable de la población fue entendiendo la diferencia entre lo que es ciencia y lo que queda para alimentar las mentes deseosas de júbilo y fantasías animadas de ayer y de hoy. En este momento nos encontramos. Y no lo subestimen, es un momento importante en la historia de la humanidad, es el momento en el que tenemos que tomar una decisión como sociedad: avanzar como civilización desde el conocimiento y la información o dejarnos llevar por mentes esotéricas que se ganan sus cuartos engañando al prójimo y frenando el avance social.
La democratización de la información ha traído muchas cosas buenas, pero también reductos de insurgentes en la materia social. Gente que avalada por si misma y en nombre de una Ciencia falsa que demuestran a base de deslegitimidades y documentos falsificados varios, guían todavía los caminos de muchos incautos que siguen, como antaño, deseosos de creer. Esta gente alimenta el espíritu de la sociedad y gana adeptos a marchas forzadas. La batalla por ver que tipo de sociedad 3.0 seremos está en su apogeo: ciencia contra pseudociencia, razón contra sinrazón, avance social contra retroceso espiritual. Ustedes decidirán en conjunto. Ya me dirán.
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