Es una práctica habitual en la mayoría de los supermercados recoger todos los productos comprados en bolsas de plástico, una práctica de estas empresas que en países como Sudáfrica está penalizado con importantes multas y ciudades como Londres está debatiendo la prohibición de este tipo de acciones.
La bolsa de plástico, como todos los derivados de este material, deriva de la transformación del petróleo y del gas natural en este compuesto, que resulta altamente contaminante por un lado por los costes de materialización y por otro por su dificultad para el reciclaje.
En TerraORG hay un interesante artículo sobre las bolsas de plástico que creo que todos deberíamos al menos leer para conocer el daño que hace este tipo de productos a nuestro planeta, sin que la mayoría de los ciudadanos tenga conciencia de ello.
Hay cadenas de comercios que ya han optado por la supresión dentro de sus centros de bolsas con componentes plásticos para vender a un precio reducido bolsas de algodón reutilizables y más respetuosas con el medio ambiente. Me vienen ahora a la memoria cadenas como IKEA y LIDL.
Ecoespaña bajo el lema: «Yo no soy una bolsa de plástico» vende bolsas de algodón con el motivo o mensaje que cada uno queramos incluir y nos recuerda algunas bondades del plástico:
«El plástico tarda en destruirse, es una fuente de contaminación ambiental de primer orden y en el mar daña la vida de los animales; algunos plásticos duran hasta 450 años en los océanos. Según cifras ofrecidas por The Guardian, en el mundo se utilizan más de 1,2 billones de bolsas de plástico al año, lo que supone una media de 300 por cada adulto o 1 millón de bolsas cada minuto. La mayoría de ellas son usadas unos 12 minutos antes de ser desechadas y luego pueden permanecer durante décadas en el medio ambiente.»
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