Ahora que tardamos más en llegar a casa, gracias a la estupenda idea de nuestros gobernantes de bajar el límite de velocidad a 11o kilómetros por hora, será más necesario que nunca quitar horas al sueño para seguir a la actualidad. Hay que ahorrar combustible, nos dicen, pero lo que no nos cuentan es a donde mandan nuestro ya escaso y paupérrimo ocio. Hoy he intentado ir un rato a 110 y la sensación que produce esa velocidad constante, es un quiero y no puedo, más claramente, parece que se va pisando huevos.
Nos tendremos que acostumbrar, que remedio, para eso hemos dado el poder a esta gente, para que haga y deshaga a su antojo. Entretanto, con algo menos de tiempo libre, la vida continua y la paternidad está a la vuelta de la esquina, quien sabe si hoy, mañana, la semana que viene, dentro de un mes… las criaturas no saben de tiempos y salen cuando les da la gana. Cuestión esta que genera cierto estrés familiar por aquello de los preparativos y demás. Menos tiempo para escribir. Y aquí no hay culpables, que esto se hace con toda la alegría del mundo.
Sobre este tema ya estoy advertido por unos y por otros. Voy a dormir poco. Llevo tiempo entrenando el cuerpo para tan magno acontecimiento y como soy de los que despiertan por la noche y desvelan, probaré a ver si esos son los momentos más propicios para escribir. No les prometo nada. No se extrañen si durante una temporada esto no está muy activo, les ruego comprensión.
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