Para todos aquellos que trabajamos en puestos de responsabilidad de medios de comunicación que disponen de formato papel, nos queda claro que la industria está en un proceso de reconstrucción profunda. Ayer, un director de un periódico de papel, comentaba en una reunión que nuestra labor es llevar la información a nuestros lectores, independientemente del formato en que esta se consuma. Estamos concienciados. Una de las mayores problemáticas actuales es que muchos de los trabajadores de estos medios intentan aferrarse al pasado en forma y acto. No acaban de entender que los medios impresos tal y como los hemos conocido tienen los años contados, se aferran con fuerza a sus derechos adquiridos y en algunos casos reniegan de los nuevos medios, más por comodidad que por incomprensión, que lo segundo tiene solución, pero para lo primero hay que querer.
Llego a casa cansado y leyendo medios de comunicación a través de rss, que las cosas han cambiado mucho, insisto, doy con una información ofrecida en 233grados que me llama la atención por su apocalíptico titular: Un mundo sin prensa en papel, a mediados de siglo. El estudio está elaborado por una empresa norteamericana, Future Exploration Network, que predice que en el año 2040 apenas quedarán medios impresos.
Para elaborar este estudio se han tenido en cuenta diversos factores: la penetración de los medios digitales, la situación demográfica de cada país, el grado de urbanización y alfabetización, la actitud de los Gobiernos hacia los medios, las preferencias de los consumidores y su disposición para pagar por contenidos informativos, la situación de la industria, la evolución económica del país y la acogida de las nuevas tecnologías.
Bajo estos factores, en Estados Unidos se situaría el principio del fin de los periódicos de papel. Reino Unido, Islandia, Canadá y Noruega le seguirán en un corto espacio de tiempo, para desaparecer en España en el año 2024, junto con países como Nueva Zelanda, República Checa y Taiwan.
Tomando esta información con cautela, que a nadie se le escape que en poco más de tres años, nuestras sociedades civilizadas están sufriendo una profunda transformación en la forma en la que consumimos la información. Los canales empiezan a no ser vinculantes, los lectores tienen ya la última palabra. Son estos últimos los que deciden como, donde y que consumir y los medios tenemos clara la situación, no así como afrontarla porque al cambio de hábito en el consumo se unen otros muchos factores, como la poca interiorización del medio digital -hay muchos usuarios, pero pocos conocedores del medio-, la falta de comprensión del empresariado a la hora de aprovechar los nuevos formatos para su propia promoción y la crisis global en último término, que no en importancia.
Preparémonos todos para el cambio que ya ha comenzado, no es inminente, ya está entre nosotros. Los medios de comunicación tenemos mucho que decir y que ofrecer, pero el resto de la sociedad debe empezar a comprender el verdadero valor de la información, de la confianza en las marcas y profesionales que llevan años ofreciendo su conocimiento de una determinada manera y ahora se están empezando a adaptar y a entender las nuevas fórmulas de distribuir su trabajo. Unos y otros nos equivocaremos. Juntos construiremos el futuro informativo de nuestra sociedad.
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