A riesgo de parecer el abuelo «cebolleta» les voy a contar una historia de esas que le pasan a uno de vez en cuando. Llega uno de trabajar un buen día a casa, para seguir trabajando en este caso y al encender el ordenador observa alarmado como la batería está bajo mínimos (10%) y el icono de la misma no hace ademán de cargarse aún cuando el cable con la fuente de alimentación está conectado a un enchufe. Susto, echamos mano de la máxima prueba/error. Desenchufamos y volvemos a enchufar en otro agujerillo creado para tal efecto. No pasa nada, no carga. Pánico.
Con una mano en la cabeza y otra aguantando el corazón que cada segundo que pasa late más fuerte, trata uno de encajar de la mejor manera posible el adaptador que llega al portátil por si alguna conexión está floja o similar. Algún golpecito suave (que se le tiene mucho cariño al trasto) porque estas cosas también se arreglan así. Sin efecto. Batería al 8%. Las manos empiezan a sudar y una presión se apodera angustiosamente de todo tu ser. Solo te da para pensar una cosa, voy a escribir un tweet @voolive dice: «¡Oh Dios Mío! El MacBook no carga y la batería infinita no se ha inventado todavía :S #houstontenemosunproblema«.
Desahogado con esta última acción inútil bajo cualquier punto de vista, más si cabe después de ver que lejos de obtener algún tipo de ayuda o consuelo, cuando la frase se publica en facebook, llega un «alma caritativa» y dice que «le gusta». ¿Qué le gusta que me vaya a quedar en cero coma sin ordenador? Grrrr.
Toca echar mano de la cordura. Primero apagar. Batería al 6%. Luego echar mano del iPad y consultar al oráculo, digo a Google. Varios foros más tarde, todo confluye en una página oficial de apple y un problema reconocido por los de la manzanita. La solución dicen restablecer el controlador de gestión del sistema (SMC) aunque primero hay que probar encendiendo y poniendo en reposo, encendiendo y reiniciando para terminar con la última gran prueba, encender y apagar. Nada de nada. Batería al 4%. A restablecer el dichoso controlador.
Para ello hay que extraer la batería. Busco la caja de herramientas. No está. Me «cago» en Murphy y en la m… Quince minutos más tarde doy con ella. Tras clavarme una punta entre una uña, encuentro un destornillador que puede servir y efectivamente sirve para sacar todos los tornillos menos el último, que está especialmente apretado para que consiga que el que escribe jure en hebreo para «descojone» de su pareja que escribe un tweet que no quiero ni leer. Y encima me dice que se lo han retuiteado. Grrr. A dormir.
Sueños varios con el dichoso ordenador, despierto pensando que tengo que comprar un destornillador para evitar el infortunio de tener que dejar el aparatillo en el servicio técnico y despedirme de él en el mejor de los casos por una semana. No puedo pensar en otra cosa al menos hasta que el trabajo me absorve tanto que se me olvida comprar el destornillador.
A medio día, con la comida todavía en la boca atraco a un vendedor en Leroy Merlin y doy con el destornillador que necesito para el minúsculo tornillo del dichoso ordenador. Aprovecho para comprar 35 piezas más que no se si alguna vez utilizaré.
Impaciente y desesperado abro por fin la carcasa y al proceder a retirar la batería me doy cuenta que los tornillos que la sujetan son diferentes, de estrella de tres puntas y que por algún designio divino parece ser que entre las 35 piezas compradas no hay ninguna que pueda servir. Atornillo el ordenador otra vez. Grito. No me resigno y lo vuelvo a desatornillar. Pruebo y pruebo hasta que me doy cuenta que si que hay una pieza entre las 35 que corresponde con el asqueroso tornillo. Retiro la batería, sigo las instrucciones hasta el final y… voila! al reiniciar el ordenador la fecha cambia a 2008 y la batería sigue sin cargarse. 2%.
Una pizca de astucia asoma en mi ensombrecida conciencia y decido pasar por una tienda apple a ver que me dicen. Presentado el problema, allí mismo se me ocurre que quizá el cable pueda estar deteriorado (recuerdo en ese momento los cientos de veces que mi queridísima hija ha estirajado y tropezado con él). El amable vendedor, quita un cable de uno de los ordenadores expuestos y con mi corazón saliéndose de mi mismo, lo conecta al mío y… ¡luz verde! ¡funciona! ¡era el p… cable!
La alegría me desborda, me desborda tanto que ni me entero que pago 80 euros por la solución al problema. Una hora más tarde, cuerdo de nuevo, escribo otro tweet: @voolive dice: «Se confirma que no ha muerto el Mac, solo el cable. Alegría a pesar de pagar 80 eurazos por UN cable O_o«. Y me quedo con media cara de bobo y otra media sonriente, supongo que con un aspecto similar al Baron Ashler, aquel de Mazinger Z.
Moraleja: 1. Los accesorios Mac son muy caros. 2. Cuando tienes una gotera, antes de taladrar la pared, prueba a cerrar el grifo. A veces funciona.
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