«Dije que bajaría impuestos, y los estoy subiendo. No he cambiado de criterio ni he renunciado a bajarlos en cuanto sea posible, pero las circunstancias obligan«. Son palabras de Mariano Rajoy para excusar su falta de criterio y de coherencia en el sangrante comunicado de ayer en el congreso. Hay pocas cosas que decir ante semejante afirmación, salvo oiga, ¿pero a usted no se le votó gracias a un programa electoral que ahora se pasa por el forro de los c…? Convence a los españoles de que le voten a base de decir que bajará los impuestos y cuando los incautos le llevan a la poltrona, usted sube los impuestos. Bajo mi punto de vista este señor tenía que se procesado por fraude electoral (como tantos otros, por cierto), pero somos tan tontos que ahí lo dejamos. Como se diría en Twitter: #esaspromesasnocumplidas.
El IVA sube. El general llegará al 21% y el reducido pasará del 8% al 10%. No voy a ahondar sobre el tema que ya traté en San Cristóbal de Raticulín, pero la frase lapidaria de Montoro sobre las causas por las que deciden subir nuevamente el IVA son de traca. Vean, vean. El IVA nos repercute a todos, salvo a los que lo defraudan claro, pero evidentemente se ceba contra las familias con ingresos más bajos, que verán ahora como su poder adquisitivo vuelve a bajar de nuevo, porque hay una cosa en este país que no suben ni que les maten: los sueldos.
Los agraciados que aún mantienen empleo los van a tener un poco más arriba si cabe (cerca de garganta ya). A partir de ahora, todo el que quede en paro verá reducida su prestación del 60% al 50% a partir del sexto mes. Dice el presidente que esta medida forzará a buscar empleo más activamente. ¿Qué empleo? ¿Dónde? Dígamelo usted, que unos 5.000.000 de españoles están deseosos de encontrarlo.
Relacionada con la anterior medida, estos señores deciden suprimir las bonificaciones a la contratación. Veamos el escenario: el país desarrollado con mayor paro del mundo (en breve), condiciones laborales precarias, se suprimen las bonificaciones a la contratación y este tipo pretende convencernos que baja la prestación por desempleo para que el trabajador busque más activamente el trabajo que no existe. Nos toman por bobos y efectivamente lo somos si asumimos semejantes bofetadas a la razón.
Luego está el tema de los funcionarios. Paga extra menos. Pues si, es una jodienda, otra vez recortando de los que menos ingresos disponen, aun así este es un caso peculiar, en un país de 3.300.000 de funcionarios (redondeando), en el que más o menos sobran entre un tercio y la mitad de ellos, ¿quién es el guapo que toma semejante medida? Más de 3.000.000 de votos vinculados a mantener el statu quo que pesa como una losa sobre nuestro país, pero que así seguirá siendo por falta de valentía para afrontar los problemas desde la raíz. ¿Cómo se gestionaría semejante tijeretazo al empleo? ¿Cómo se plantearía una reinserción laboral a corto plazo de los que se han acomodado en multitud de puestos duplicados o sin sentido? Menudo problema nacional.
También recorta el señor Rajoy un 20% en las subvenciones a partidos y sindicatos. Me gustaría poder comparar las cuentas anuales de estos para comprobar, casi con total seguridad, que esto no será así. Si no les llega por aquí, les llegará por allá. Lo del dinero de los partidos políticos de traca, pero escuchen, no lean esto los más radicales, el tema sindical solo debería tener una salida: la desaparición, al menos en las formas y términos actuales. Menuda máquina de hacer dinero, luego defender, lo que se dice defender al trabajador, más bien lo contrario, pero dejémoslo, que esto da para otro escrito y bien largo.
Así a grandes rasgos, luego está alguna cosa como el incremento de los impuestos medio ambientales, subida en tabaco y gasolina, eliminación de la deducción por vivienda, recortes en los sueldos de los ediles (ja, ja…), en los gastos de los ministerios y poca cosa más. Nada, una operación sin importancia. Un ajuste más.
No sé si se han percatado, pero yo echo la vista hacia arriba y vuelvo a leer lo que escribo para darme cuenta que en todas estas medidas se obvia a algunos elementos de nuestra sociedad. Así a un primer vistazo, las rentas más altas, el sector bancario, los políticos, la realeza y la nobleza, la iglesia y sus beneficios fiscales, las empresas que pagan sus impuestos fuera de nuestro país y luego alardean de ser españolas para recibir las subvenciones… Vaya, será una casualidad que se hayan olvidado de estos. Para componernos en lugar, son como la familia del gobierno, los más cercanos, los que les nutren de una u otra cosa y claro, ya saben que todos tiramos por nuestra familia, si hay que joder a alguien, que sea a los de la calle, que con los míos yo me guardo bien.
Hablando de subvenciones. Yo encargaría su adjudicación al poder judicial, por elegir a alguien con un mínimo de criterio y sobre todo de (supuesta) honestidad, porque aquí la cosa es para ponerse a llorar. Menuda horchata de chufa hemos hecho durante décadas con las dichosas subvenciones. Luego se dan casos en los que se unta a diestro y siniestro durante veinte años para la reconversión de una determinada zona e industria y veinte años después, los del caso, piden todavía más para hacer rentable algo que no lo es, a no ser que estas (las subvenciones) estén por detrás. Por cierto, dignos de estudio tendrían que ser estos casos en los que los millones desaparecen sin dejar prácticamente rastro en la zona para quedar aún más deprimida que antaño. A buen entendedor…
Y así queda la cosa con el ajuste injusto. Lo que es imposible, es imposible. Como decían antes los mayores a los niños, «ver, oír y callar». ¿Qué? ¿Qué me dice? Ah, que todavía se sigue diciendo. Pues bueno. Vale.
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[…] siglo XXI, en las bases de una economía que pueda generar riqueza. Bueno, como no nos da para ello tenemos que recortar. Muy bien, […]