El Banco de España recomienda…

Uno quiere mirar para otro lado, pero el día a día se lo pone difícil. En esta alocada carrera por ver quien es el que desfigura más y mejor a nuestro maltrecho país, se unen unos y otros para delirio del sinsentido o más bien del premio al caradura nacional, a otorgar sin más dilación en cualquier entrega de estatuillas que se haga próximamente, independientemente del motivo de los mismos.

Ya saben, el Banco de España recomienda incluir la posibilidad de establecer remuneraciones por debajo del salario mínimo, actualmente fijado en la «friolera» de 645,30 euros, ya que estima la entidad que este, actúa como una restricción para “grupos específicos de trabajadores con mayores dificultades para su empleabilidad”. Así, gracias a la aportación de la noble institución financiara, que rige en buena parte las idas y venidas de la economía de nuestro país, estos trabajadores con dificultad para la empleabilidad, léase «principalmente jóvenes», podrán pasar a denominarse de una manera mucho más llana y sencilla: esclavos.

Puestos a recomendar, que eso se nos da bien a todos en este país, el Banco de España también recomienda adelantar la puesta en marcha de la jubilación a los 67 años. Y con ello rizamos ya el rizo del despropósito patrio. Por un lado se nos eliminan derechos adquiridos durante décadas, que ya está bien de vivir dignamente dirán algunos. Ya está bien de comer el pan recién horneadito todos los días, que históricamente toda familia obrera que se preciara lo ha administrado para la semana entera. Ya está bien también de vaguear desde los 65 años a la sopa boba del estado, que los privilegiados tienen que seguir amasando dinero y de esta manera igual más de uno se tiene que ajustar el cinturón. Pobres criaturas.

Que quieren que les diga, a los señores del Banco de España que recomiendan sandez tras sandez, les diría, váyanse ustedes… Hagan lo que tengan que hacer, al menos hasta que al personal se les hinchen las cosas, pero dejen de tocar las narices con declaraciones públicas que empiezan a ser el colmo de la desfachatez.