Creo que fue el sábado, cuando al encender la televisión por la noche, me encuentré con un programa que consiguió en menos de un minuto, trasmitirme la absoluta necesidad de apagar el aparato, ya ni tan siquiera de cambiar de canal. Lo poco que escuché, iba de una entrevista a un «supongo» famoso cocinero que en un alarde de iluminación soltó aquello de «el exceso de información produce desinformación«. Toma ya. Y se quedó tan a gusto. Tampoco inventó el la frase, oigan.
No se que pensar al respecto. Por un lado me parece esta frase tan absurda e incalificable que cae por su propio peso. Se utiliza sin ton ni son por todo aquel que ve su trono en peligro por la digitalización de la sociedad, por la democratización de la información. Por otro lado, si un fulano como este piensa de esta manera, en la época en la que más información tiene en sus manos el ser humano, me hace pensar que igual tiene razón, o al menos que hay personajes que no pueden digerir lo que se les ha venido encima, o quizá es que no quieran digerirlo. Que se yo. Al fin y al cabo la información también me desborda como a todo hijo de vecino.
Acabó el susodicho diciendo que ni por asomo se le ocurriría leer ningún blog de cocina. Ese fue el comentario que detonó mi desdén por lo que acontecía en la caja tonta y lo que me lleva a pensar que lejos de otras historias, lo que preocupa al cocinero es que cualquiera pueda llegar hasta quien quiera, para enseñarle a freír un par de huevos. ¡Manda huevos la desfachatez!
Al parecer el escenario idílico para el fulano es volver a las cavernas y que los huevos fritos los frían el y cuatro amigos, el resto a comerlos en silencio y a santificar a los creadores que son los que asombran con sus conocimientos. Zapatero a tus zapatos. Viva la democracia informativa. Y la santa tele que da bola a egocéntricos intransigentes, a los que el exceso de información produce taquicardias.
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