Timeline. Cuando ocurrió el desastre de Chernobyl, una de las primeras preocupaciones fue el yodo-131, elemento radiactivo que tiene la propiedad de concentrarse en la glándula tiroides, provocando principalmente cáncer de tiroides, un tipo de cáncer que ha tenido unas altas cuotas de incremento en Rusia, Bielorrusia y Ucrania. Este elemento tiene un periodo de semidesintegración de alrededor de ocho días, por lo que es lógico que los primeros esfuerzos en caso de accidente nuclear vayan encaminados a salvaguardarnos de él. Por ejemplo en Japón, se están repartiendo pastillas de yodo normal ya que el tiroides cuando se satura de este elemento, elimina el que sobra. Es la única manera conocida de salvaguardarse de las inalaciones nocivas para la salud por yodo radioactivo, salvo evidentemente máscaras y trajes antiradiación que por desgracia no se suelen tener como complemento en los armarios.
La radiactividad emitida por Chernobyl o cualquier central nuclear en la que haya fuga radiactiva del núcleo, está basada en más de 60 elementos radiactivos con mayor o menor poder de contaminación. Unos tienen una vida corta, como el yodo-131 del que hablábamos antes, pero otros son imperturbables al paso del tiempo. Todos son potencialmente peligrosos en dosis elevadas. Recordemos que el ser humano está expuesto a lo largo de su vida a muchas fuentes radiactivas, sin embargo son fuentes naturales, en principio controladas. El problema radica cuando se somete a dosis excesivas de radiación en un momento puntual o a través de pequeñas exposiciones a lo largo del tiempo.
Aquí viene uno de los problemas de difícil solución en un desastre nuclear. Por ejemplo, volviendo a Chernobyl, una vez superada la (llamémosla) fase yodo-131, entran en juego otras preocupaciones, llamadas estroncio-90 y cesio-137, dos elementos radiactivos que tienen periodos de semidesintegración de alrededor de 30 años, almacenándose los niveles más altos del cesio-137 en las capas superficiales del suelo, por lo que es adsorbido por plantas, insectos y animales, entrando en la cadena alimenticia humana. El problema en este punto se expande. A pesar de que las autoridades de Chernobyl crearon una zona de seguridad de unos 30 kilómetros, se sabe por un lado, que la radiación llegó más allá, acrecentándose este problema por los elementos radioactivos almacenados en animales y plantas que los primeros más rápidamente por sus migraciones y las segundas de forma más pausada, por su propia selección natural, fueron llevando dosis más o menos elevadas de radiación a los estómagos de muchas personas, que en un principio estaban lo suficientemente alejadas de la catástrofe.
Otro de los graves problemas en caso de desastre natural es la climatología, la radiación procedente de Chernobyl no quedó sólo en Ucrania, sino que se extendió en mayor o menor medida por: Rusia, Bielorusia, Suecia, Finlandia, Austria, Noruega, Bulgaria, Suiza, Grecia, Eslovenia, Italia y Moldava. Además de algún otro país que por los bajos niveles radiactivos que sufrieron se optó por no alarmar a la población, Francia por ejemplo.
Estos son los hechos que se producen ante un accidente nuclear, hechos contrastados evidentemente con el desgraciado accidente puesto sobre la mesa. A partir de aquí empieza el debate de nuevo entre los pronucleares y los antinucleares. Timeline decía como inicio. Del seguimiento en twitter sobre el terremoto de Japón me llama la atención dos cosas. Una, la cantidad de gente que ora, reza y encomienda a su Dios la salvación y la buenaventura de los desgraciados que han sufrido el accidente. Me perturba semejante ironía. Si crees que Dios existe, y le encomiendas a él que cuide de los damnificados, deberíamos dar por hecho que como mínimo ese ser ha permitido la desgracia. Conclusión… que cada uno saque la suya que ya somos mayorcitos, pero mínimamente, dejen de rezar a su Dios y hagan algo útil, como por ejemplo donar algo para ayudar a los damnificados. ¿O simplemente se encomiendan a su Dios para quedar moralmente tranquilos consigo mismo? ¡Qué ironía de nuevo!
Dos. Gente de ciencia que antepone su «pronuclearismo» ante la evidencia demostrada de los peligros que ofrece esta fuente de energía. Se habla de que es más limpia que la térmica. Verdad si olvidamos los desechos radioactivos, que se los metía yo a estos señores a 10 metros bajo tierra debajo de sus confortables casas (con perdón). Se habla de que es segura. Verdad si no hay un accidente de por medio. Cuando lo hay, es evidente el peligro que representa, sin embargo, esta gente trata de mitigarlo. ¿Pensarían igual si vivieran o viviesen a unos 10 kilómetros de la central de Fukushima? Antes de responder, pónganse de verdad en situación, por favor. Se habla de que el ser humano está expuesto habitualmente a radiaciones. Verdad, a radiaciones naturales y controladas, radiaciones que son absorbidas por nuestro cuerpo con naturalidad y que no representan, en principio, mayor problema para nuestra salud. Nada que ver con lo expuesto anteriormente. Se habla también de que el plátano es radiactivo. Verdad. En un plátano común de unos 150 gr. hay unos 600 mg de potasio, que contiene unos 0,070 mg de potasio radiactivo. También tienen pequeñas dosis de elementos radiactivos las patatas, las judías, las nueces, las semillas de girasol y el aguacate, por poner algún ejemplo. Comparar estas pequeñas cantidades de radiación natural, a las que hemos estado expuestos desde que el hombre es hombre con la exposición a un escape radioactivo de una central nuclear o a palabras mayores como una catástrofe nuclear similar a la de Chernobyl… Sinceramente creo que desde la lejanía es muy fácil hablar.
Es evidente que la energía atómica podría ser una alternativa a la energía térmica que está produciendo un cambio climático sin precedentes en nuestro mundo, un cambio climático producido por una especie, el hombre, que habita el planeta. Podría ser una alternativa si fuese segura, si un accidente, que incluso puede ser provocado por el propio planeta (terremoto, tsunami…) o por el propio hombre (terrorismo), no pondría en peligro a la población. Podría ser segura si encontráramos la manera de liberarnos de la radiación procedente de los residuos generados por las centrales nucleares. Los «progres» de la energía, quieren cambiar cromos. Reducir el calentamiento global a base de hacernos convivir con elementos radiactivos no naturales, tachando a quien esté en contra, de ignorante, de ecologista subversivo, de ir en contra del progreso y de no se cuantas chorradas más.
La realidad es que substituir nuestras actuales fuentes de energía, contaminantes a más no poder, por fuentes energéticas basadas en la radiactividad me parece, perdónenme pronucleares, disminuir un problema para aumentar otro. Poco hemos aprendido de nuestros errores si estamos dispuestos a solucionar uno de ellos con otro que, quizá, pueda ser bastante más perjudicial en un futuro para nosotros, al menos para los pobres desgraciados que tengan que convivir con la basura radiactiva, con los escapes y con los accidentes, que por desgracia, por una cosa o por otra, seguirá habiéndolos.
Inteligencia también es aprender de los errores y errores hemos cometido algunos con nuestras fuentes de energía. Busquemos, investiguemos, dirijamos recursos a asegurarnos un futuro energético pleno y seguro. Mientras tanto, potenciemos las energías renovables y evitemos emitir juicios en nuestro timeline, que desde la distancia sean fáciles de emitir. Pongámonos en la piel de los afectados, dejemos de rezar a Dios y actuemos. Dejemos también de defender lo que puede acabar con nosotros, porque nosotros somos Chernobyl, Fukishima y cualquier población que ahora o en futuro pueda verse amenazada por la inconsciencia humana.
5 Comentarios
Creo que la mejor forma de saber si efectivamente estamos a favor de la energía nuclear es pensar en tener una cerquita de nuestra casa. Si nos va bien estamos definitivamente a favor, creemos firmemente en lo que defendemos es una convicción. Si la queremos a x km de distancia tal vez debamos plantearnoslo de nuevo…
Totalmente de acuerdo patricia, si tuviésemos una central nuclear cerca de casa..otro gallo cantaría, porque yo desde luego no me compraría una casa junto a una central núclear..
Bien planteado y razonado el tema.
El ejmplo de Chernobil viene muy a cuento pero muchas personas no quieren aprender y manifiestan y quieren convencernos y de hecho convencen de que «no hay que preocuparse». Desgraciadamente yo no soy capaz de leer sus argumentos, en cuanto empiezo me tengo que retirar.
¿Les pasará lo mismo a ellos?
Salud y un abrazo,
Sime
@patricia @abogadomarbella ahí está el kit de la cuestión, si defiendes la energía nuclear no te importaría vivir cerca de una central… eso o eres tremendamente egoísta: ¡Viva la energía nuclear, pero cerca de otros!
@SIme puede ser cierto que cuando las opiniones son fuertes, muchas personas no quieren asumir argumentos contrarios. Nunca está de más, igual uno está equivocado en los suyos.
Gracias a todos por los comentarios
[…] responsable ha llegado a afirmar que era imposible que pasara nada, ya les hablé de ello en “el plátano es radiactivo, ¿y qué?“. Me han sorprendido mucho, la verdad, historias como la de Josef Oehmen y sus muchas […]