Febrero de 2009, la civilización se ha colapsado. Todo apunta a extraños efectos sobre el organismo humano causados por el incremento de CO² en la atmósfera. No podríamos imaginarnos, tan sólo unos meses atrás, que el cambio climático, lejos de suponer aumentos de temperatura, desastres naturales y demás previsiones agoreras contra la naturaleza, nos iba a afectar a nuestra propia conducta, a los propios seres humanos, pero así ha sido.
La humanidad está diezmada, las armas casi han desaparecido por falta de producción industrial. Sin embargo la destrucción no ha cesado. No es difícil encontrar en el mercado negro, fusiles de aire comprimido de fabricación casera que disparan mortíferas bolas amarillas con un retrovirus que se alimenta de carne humana.
El CO² también se ha apoderado de mi mente. Con síntoma de estar flipado por inhalación del mortífero gas, salgo de mi refugio en las rocosas montañas astures para dirigirme a Madrid. No se por que lo hago, no pienso, me guío por instintos. Poco antes de llegar a la capital, a la altura de donde se situaba antes el lugar llamado Las Rozas, sucede lo inevitable. Un grupo de insurgentes ecologistas, trastornados por sobredosis de inhalación de O² de sus bombonas portatiles, me acorrala junto a cuatro pirados más que como yo, tampoco tienen ni idea de por que han dejado la seguridad de sus lugares habituales para adentrarse en los dominios de los insurgentes.
Cierran el cerco. Uno de los pirados me ofrece un subfusil de aire comprimido con apenas 20 bolas amarillas. No los veo muy convencidos y armado de valor me dispongo a encabezar la resistencia. Agazapado sobre un montículo de plástico lleno de aire contaminado, noto latir a mi corazón con tal ansia que da la sensación de querer salir de mi cuerpo y echar a correr. Tengo la adrenalina por las nubes, oigo silbar la primera bola amarilla que va estrellarse contra un montículo cercano. No pasa nada, me he entrenado psicológicamente para esto. Me armo de valor y con el subfusil por delante me asomo levemente para buscar a mis enemigos.
Es el fin. La segunda bola amarilla que se dispara va directa contra mi mano. ¡Pero como puedo ser tan torpe! Me han lisiado. Tengo la mano izquierda llena de retrovirus. Estoy acabado. Con una mano intacta, saco de mi mochila un Dell Mini Inspiron. No me pregunten como ha llegado allí. Conecto un Modem usb 3G con conexión a Vodafone y rezo para que hasta en la guerra final de la humanidad, pueda conectar a Internet. Rápido y eficaz, la conexión se establece en un momento y antes de que los insurgentes me acorralen y masacren a bolazos amarillos con retrovirus, me da tiempo a actualizar mi blog, poner un par de «twits» quejándome de los servicios públicos de la capital y actualizar mi perfil de facebook.
Me explico: Como podéis comprobar, todo lo escrito anteriormente es una alucinación producida en el viaje de vuelta en avión, ya sabéis los que me conocéis, lo poco amigo que soy de esos aparatos. Vengo de pasar un día fantástico jugando al Paintball por cortesía de la agencia Waskman, que está grabando una interesante acción publicitaria para Vodafone y ha tenido a bien contar con este humilde blog para realizar uno de los 28 post imposibles, que a lo largo de este mes de febrero podremos ver en la página oficial del evento. Aquí os dejo el vídeo de la batalla final en Las Rozas:
7 Comentarios
Juas, muy bueno!! Eso es imaginación y lo demás tonterías… o eso, o de verdad estás flipado ;-)
Se me hace raro verte sin traje y corbata :P
El viaje de vuelta en avión Maikel, me transtornó :D
Gracias por el comentario René, la verdad es que si, me veo raro hasta yo, a ver cuando a los grandes gurus económicos les da por decir que hay que hacer negocios en vaqueros, me apunto sin dudar :D
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[…] fin el Dell Inspiron Mini 9 con el que Vodafone nos obsequiaba a cada uno de los participantes de El Post Imposible y como es mi primera experiencia con un aparato de estos en mis manos (el post imposible fue algo […]
[…] al mundo por deferencia hacia ellos, ya que anteriormente habían tenido el detalle de realizar alguna acción con este blog. Hoy me llega un nuevo correo que realmente me ha […]
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