Vayamos donde vayamos, el ser humano tiende a filosofar sobre lo bueno, lo malo y lo de más allá. Este fin de semana ha tocado un idílico descanso en el campo castellano y en una de esas nos encontramos paseando por un bonito y solitario bosque del que intentamos recoger paz y armonía para afrontar relajados la semana que se avecina.
¿Cómo se titulaba aquel libro que hablaba de la energía de los árboles? Las nueve revelaciones de James Redfield. No se si el autor tendrá algo de razón al exponer que la naturaleza nos carga de energía, lo que si creo es que nosotros nos cargamos de energía cuando estamos en contacto con la naturaleza. Y no es lo mismo aunque lo parezca.
Correr para llegar al trabajo, correr para comer, ruidos aquí y allá, coches, atascos, vecinos que chillan, vecinos que aullan, mucha gente en la calle, estrés, humo, contaminación… ¿sigo?
Cuando paseamos por un bonito y solitario bosque como el que hablaba al comienzo del post, todo lo anterior queda atrás, el ruido, el ajetreo… todo. Sólo se oyen tus propias pisadas, los pájaros, el viento… naturaleza. Y esa sensación tiene el poder de relajar, de tranquilizar, de cargar las pilas como nos gusta decir. No creo en energías de la naturaleza, creo que el entorno donde hemos nacido y crecido nos aporta energía y sigue sin ser lo mismo aunque lo parezca.
Un poco de filosofía dominical para arrancar la semana.
2 Comentarios
leonés chato, campo leones…
Campo castellano dije?? Leones por supuesto quería decir :)