Hay momentos en la vida en los que tienes «tanta gana» de algo que va a suceder, que no puedes esperar a que suceda, lo necesitas, lo ansias, lo deseas. No pasa nada todavía, aún pueden quedar un par de semanas por delante, pero hace ya un par de semanas que se podría haber dado el acontecimiento. Nervios y ansiedad.
Te preocupa que esté todo bien, te preocupa no tener controlado el momento, te preocupa todo. Los días no terminan, las semanas no pasan y el momento parece que no va a llegar nunca. Tu ansia te descontrola de forma controlada para llevarte a un estado semi-inquietud permanente. Hace buen tiempo hoy, pero ¿cuándo sucederá? Qué película más buena, pero ¿cuándo llegará?
«Un día de estos», intentas calmarte, pero ¿cuál? ¿qué día? Les puedo asegurar que aquellos nueve meses, fueron los más largos de mi vida. ¿Estará bien? ¿Cómo será? ¿Cuándo llegará el día?
La levedad del tiempo en la vida humana tiene su aquel. Que largos nos parecen los días y que corta resulta la vida vista en perspectiva. Ínfimas partículas en un universo infinito. Leves nanosegundos en las centurias temporales del espacio. Todo llega al fin. Nueve meses eternos que pasan en un suspiro, un suspiro que nos deja el bien más preciado.
Cuando llega el momento, el tiempo se para, tu celebro registra un proceso similar al click de una máquina fotográfica. Ahí queda grabado en nuestra particular eternidad. Asoma su pequeña cabecita para otear el mundo que le da la bienvenida y todo deja de girar para siempre. La imagen no desaparece con el tiempo. Bienvenida al mundo Ariadna, bienvenidos todos los bebes de todos los padres del mundo. Bienvenida la felicidad que otorgan desafiando al espacio-tiempo establecido.
La sacudida emocional cobra tintes épicos y nos recuerda lo que somos, diminutos seres que, como aquel que ha llegado nuevo al mundo, tienen una gran tarea por delante, aprender y no olvidar. Aprender todo, sabemos poco y la evolución nos ha dado el arma más precisa, la capacidad de razonar. Aún no la dominamos, pero todo llegará. No olvidar el momento. Esa foto inicial la llevaremos con nosotros siempre, si no olvidan mirarla de vez en cuando, el mundo, la vida, nosotros, todos, cobraremos un sentido diferente, sentiremos realidades diferentes.
Mientras tanto, ustedes que están esperando, que sienten que la espera llega a desesperar circunstancialmente, no se preocupen, abracen sus sensaciones al abrigo de los sentimientos y disfruten del momento. No dejen escapar ni un sólo movimiento del que en breve va a nacer, cuídenlo, mímenlo, cuéntenle cosas, prepárenle para lo que va a ver, hasta en la desesperante espera se encuentran las sensaciones más maravillosas que jamás hayan podido experimentar.
¿Por qué les cuento esto ahora? Porque reviso habitualmente aquella fotografía mental y recuerdo los momentos felices y duros -por momentos- que la precedieron. Aquel día me faltó decidles una cosa a los que siguen esperando, relájense y disfruten. Merece la pena.
Sin Comentarios