La mano negra

Las televisiones se llenan estos días de eruditos debates de eruditos ponentes, buscando la mano que mece la revuelta de los que ellos llaman -y algunos se denominan- «los indignados». La prensa, la tele y la radio, debaten ardientemente sobre si esto lo ha montado Rubalcaba, la extrema derecha, los castristas, los narcos o quien sabe que grupo parasocial o incluso paranormal, que intenta dar vuelta para un lado o para otro las próximas elecciones municipales y regionales.

Escucho y leo con paciencia a unos y a otros. Sexagenarios -ahora- muy modernos, ponen twitts en directo a través de sus respectivos smarphones. Parece que llevan toda la vida haciéndolo. Parece que si no hacen el ridículo en directo con su aparatito no están en la onda para debatir sobre el caso.

Esta búsqueda incesante del culpable o los culpables del asunto me recuerdan a aquellos que buscan pruebas -o más bien todo lo contrario- para demostrar que el hombre no fue a la luna o asuntos similares. El «tufo» es el mismo. Ignorancia en busca de la «conspiranoia». Magufos de la ciencia vs magufos de la comunicación.

Y digo comunicación y no política, porque esto tiene poco que ver con la política. El asunto es simple y lo ventilo en pocas palabras. Por un lado los ciudadanos están indignados con los políticos, con el sistema, con la economía, con las condiciones en las que viven. Por otro lado, los ciudadanos tienen en sus manos el poder de comunicar, de socializar sus opiniones, de difundirlas a tal velocidad que aquel famoso «pásalo» queda ahora a la altura del betún.

Más claro el agua que bañaba nuestros ríos hace unas décadas, que la de ahora viene turbia como los tiempos. No malgasten su buen hacer en buscar patrañas y patochadas. Infórmense, sean humildes, aprendan lo que puedan de este mundo digital que se les escapa. No lo subestimen. Está cambiando nuestra sociedad, nuestras industrias y por supuesto, la manera en la que este país se comunica. No pierdan tiempo. Súbanse al tren y comprenderán mejor esta sociedad que nos toca vivir. ¿Futuro? Ustedes mismos.