Y después tocaba viajar. No queríamos ir muy lejos, nada de cruzar charcos enormes que conlleven horas y horas de vuelo, claro que demasiado acostumbrados al frio, buscábamos también un sitio donde poder salir a la calle en pantalones cortos.
El destino elegido: Madeira. A unos cuatrocientos kilómetros al norte de las canarias, se alzan estas islas de origen volcánico y abruptas desde la costa. Su pico más alto se eleva hasta los 1862 m. de altitud. El paisaje precioso, el clima oceánico subtropical ofrece a lo largo de todo el año temperaturas suaves y agradables. Y eso es lo que encontramos, entre los 19 y 21 grados de temperatura todos los días, que consiguieron que olvidásemos el temporal que azotaba la península.
Enero es un mes atípico para este tipo de viajes, pero la búsqueda de tranquilidad y relax fue totalmente recompensada por un entorno idílico, totalmente preparado para el turismo, que nos encantó con sus embrujos primaverales desde el principio. Obsérvese también que veníamos de Lisboa, ciudad dejada de la mano del hombre y abandonada a la suerte del paso de los años. Madeira también es Portugal, pero no tiene nada que ver con la capital.
La elección del hotel muy acertada, por un precio adecuado nos alojamos en el Pestana Casino Park, un cinco estrellas con habitación grande y un balcón espectacular desde el que todas las mañanas dábamos los buenos días al Atlántico. Desayuno abundante y variado, espectaculares vistas, un entorno muy bonito, casino para el que quiera gastar unos euros -o ganarlos si tiene suerte- y un spa que es visita obligada de todos los días, baño y sauna para comenzar o terminar el día en la mejor de las condiciones. Todos estos servicios se complementaron con una atención y limpieza correcta.
El hotel esta situado en Funchal, capital de las islas, parte llana, parte absorbiendo la colina que se alza prácticamente al borde del mar, es una ciudad bonita, limpia y ordenada en sus recorridos. La tranquilidad asoma nada más bajar del taxi que nos recoge en el aeropuerto, ¿será que es enero o será siempre así? Si quieres relax, desconexión, contacto con la naturaleza, este es tu sitio, asegúrate eso si que en verano se transpire la misma calma. Entre las anéctodas que nos llamaban la atención es que la amplísima variedad de restaurantes de la isla, a las diez y media de la noche estaban cerrados o preparados para cerrar. Gusta de cenar pronto en este lugar, así como de vivir más el día que la noche. El bullicio diurno, da paso al silencio y la absoluta tranquilidad una vez que cae la noche.
A lo largo de la isla hay sitios verdaderamente preciosos. No se pueden dejar de visitar las piscinas naturales de Porto Moniz, en las que nos dimos un baño inolvidable con el Atlántico al fondo furioso. Cerca de estas merece la pena parar en Sao Vicente y por supuesto recorrer el interior de la isla provisto de una buena cámara fotográfica, el paisaje merece la pena.
De vuelta a Funchal no me quiero olvidar del cable car como lo llaman allí -aka teleférico-, ese artefacto que a ras de ciudad parece tan bonito y encantador que embriaga al embobado viajero para que a mitad de camino, a poco que sea uno aprensivo con las alturas, mire hacia abajo con expresión de sosegado pavor. Las vistas desde Monte, el pueblo que se alza al final del recorrido, merecen la pena, así como observar a los mozos del lugar hacer negocio con los turistas echándolos pendiente abajo en trineos de madera. Tradición.
La isla tiene un pero eso si, su litoral es tan abrupto que no hay playas en toda su geografía, eso queda para Porto Santo, para lo que tendrás que alquilar barco o montar en un avión que te sitúe es esta isla más al uso.
En definitiva, un sitio para el descanso, espectacular, muy bonito y recomendable cien por cien. Las gentes del lugar hospitalarias y muy tranquilas, al menos a nosotros nos hicieron sentir como si no estubieramos en otro país. No olvidéis de probar, si os animáis a hacer la excursión, queques de chocolate (magdalenas), doradas, espetadas varias y el pez espada con plátano. Del vino mejor no hablar.
Ah, se me olvidaba un detalle que merecería ser copiado por nuestros eficientes ayuntamientos hispanos. Wifi gratuito allá por donde ibas, en Funchal, en Sao Vicente, en la colina de Monte… era habitual ver a la gente sentanda en los bancos o tomando cafés en las terrazas de estos pueblos.
5 Comentarios
Como buen merengue te fuiste a ver donde se crió CR9. Déjate de excusas, fuiste a ver si lo veías ;-)
[…] This post was mentioned on Twitter by voolive, voolive. voolive said: Madeira: Y después tocaba viajar. No queríamos ir muy lejos, nada de cruzar charcos enormes… http://goo.gl/fb/UHDA […]
CR9?? Quien es ese?? Amigo de R2?? ;p
[…] y a un montón de ciudades claro, pensar que en la pequeñita y hoy devastada por las lluvias Madeira había WIFI…Aprovecho la visita para proponeros un look de entretiempo, todas tenemos ganas […]
[…] y a un montón de ciudades claro, pensar que en la pequeñita y hoy devastada por las lluvias Madeira había WIFI…Aprovecho la visita para proponeros un look de entretiempo, todas tenemos ganas […]