Poder es control. Desde que el hombre es hombre, el control de la mayoría siempre lo ha regentado una pequeña porción de población, la parte que tenía el poder. Los tiempos no han cambiado aunque creamos que si o nos quieran hacer creer que es así. Los entresijos de los que tienen la manija en nuestras sociedades son cada vez más sutiles, necesitan convencer al resto de que no es así, sin embargo, no son evidencias las que tenemos, son pruebas, como las emitidas por ese terremoto que poco a poco va calmándose, quizá porque alguien se ha encargado de mecerlo en la cuna, llamado Wikileads.
Ayer tuvimos dos pruebas más de ello. Por un lado, gracias al intento desesperado de salvaguardar los intereses de Estados Unidos y de una pandilla de haraganes que quieren vivir de las rentas y de robar a todos los ciudadanos, este país se salta a la torera su corta historia de democracia para cambiar lo habitualmente establecido, aquello de que los jueces disponen y las fuerzas de seguridad ejecutan por otra forma de actuar mucho más oscura: una comisión arbitraría dispone y los jueces ejecutan sus designios. Triste acontecimiento que nos toca tragar a los que intentamos defender a toda costa a un medio, Internet, que no tiene culpa ni parte en el enclaustramiento producido en diversas industrias que irremediablemente caminan hacia un callejón sin salida y sin posibilidad de que sus integrantes den marcha atrás para encontrar un camino nuevo y adecuado a los tiempos que vivimos. Es más sencillo mover un dedo y que los hilos que regentan el poder hagan lo que saben. Salvaguardar los intereses de quien les mantiene allí arriba.
La segunda prueba es inverosímil y demuestra una vez más lo poco preparada que está la sociedad en general para afrontar el reto de una comunicación libre, sin censura y sin control. Hay una sensación generalizada en los que siempre han regentado la parte de arriba de la sociedad a perder el control de sus sociedades, de sus administraciones. Hay un miedo indescriptible a que los ciudadanos comprendan, gracias a la libre circulación de la información, que no son más que títeres programados para hacer funcionar nuestras sociedades y seguir manteniendo a los que mandan en sus cómodas poltronas, desde donde hacen y deshacen a su antojo.
Todo sigue igual, no se engañen, sólo ha cambiado una cosa, o sólo una cosa ha provocado un pequeño cambio. La Red da miedo a quien tiene el poder, porque no está controlada, porque no la entienden ni la pueden legislar hasta el momento y eso señores y señoras, aunque nada haya cambiado, es un hecho que hace temblar los cimientos del poder establecido, un hecho que hace ponerse nervioso al más pintado. Y ayer, el mas pintado, fue un señor que empieza a sonar como la principal baza para encabezar la lista de uno de los dos principales partidos políticos en las próximas elecciones generales de este país, un señor que desde su poltrona comprende el peligro que representa Internet para los intereses de los que controlan todo, un hombre que no da puntada sin hilar. Ayer, el señor Alfredo Pérez Rubalcaba se definió como otro controlador más con el mismo objetivo de siempre, no perder el control. Ayer el señor Rubalcaba se atrevió a cargar contra Internet de la manera más vil y cruel que se puede imaginar. Ayer el posible candidato del PSOE para las próximas elecciones generales se despachó diciendo que el terrorismo internacional no existiría si no existiera Internet.
Todo sigue igual, salvo una pequeña cosa, el miedo que se respira en el ambiente.
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