Madagascar, Kuwait, Mauritania, Marruecos, Jordania, Etiopía, Fiyi, Burkina Faso, Cuba, Baréin, Nigeria, Togo, Argelia, Camerún, Comoras, Gambia, Níger, Bielorrusia, Angola, Kazajistán, Gabón, Ruanda, Azerbaiyán, China, Catar, Egipto, Costa de Marfil, Vietnam, Suazilandia, República del Congo, Omán, Guinea, Túnez, Yemen, Zimbabue, Emiratos Árabes Unidos, Tayikistán, Afganistán, Sudán, Eritrea, Siria, Yibuti, República D. del Congo, Laos, Guinea-Bissau, Irán, Libia, Arabia Saudita, Guinea Ecuatorial, República Centroafricana, Birmania, Uzbekistán, Turkmenistán, Chad y Corea del Norte.
Es difícil encontrar una fuente fiable que ofrezca un listado con los países que padecen una dictadura a día de hoy. Que si unas son consideradas, que si otras están en duda, que si otras pamplinas. Allí donde un pueblo no pueda elegir, donde se practique la opresión, donde las libertades estén recortadas, donde no se pueda opinar, informar, dialogar… allí se debería catalogar la situación con el término dictadura.
La lista de países que encabeza este artículo se recoge de Otro Mundo es Posible y se acerca, en mi opinión, a la realidad actual. 51 países, el 34,9% del total de ciudadanos y ciudadanas del mundo, viven bajo el mando de un régimen autoritario que impone de unas u otras maneras, restricciones propias de otras épocas a sus ciudadanos. La cárcel y la muerte en estos países son las armas de sus gobiernos.
¿Cómo han llegado al poder? ¿Cómo lo hemos permitido? ¿Cuál es el papel del resto del mundo frente a estos países? Si nos fijamos de nuevo en la lista, vemos que la mayor concentración de dictaduras se localizan entre África y el Oriente Próximo, pocas son las dictaduras que salen de ese área geográfica, marcada por la pobreza, por el hambre, la proliferación de enfermedades y el bajo nivel de desarrollo general. Es posible -o probable- que muchos de los cabecillas que oprimen a sus pueblos hayan atendido a algún tipo de interés occidental para poder sentarse en sus cómodos sillones dictatoriales. Es posible -o probable- también que algún país desarrollado haya alentado y apoyado la permanencia de alguno de estos cabecillas en dichos sillones. Seguramente -o con total certeza-, los motivos han sido económicos y directamente ligados a la riqueza del país: petróleo, oro, diamantes y demás metales preciosos, son los responsables indirectos de la situación de muchos países. Los más directos son nuestras empresas, nuestros gobiernos y nuestro francamente poco escrúpulo, a la hora de conseguir el bienestar a costa de la desdicha de los demás. Daños colaterales.
Y aquí estamos. Haya pasado lo que haya pasado. Una buena lista de países sin libertad y el mundo sigue dando vueltas al sol año tras año. En alguna de esas vueltas, algún dictador se pasa un poco de la raya, como le ocurre en estos momentos a Gadafi y la ONU, Estados Unidos, Francia, Inglaterra o todos juntos y revueltos, entran en acción. Guerra. Muerte y destrucción para salvaguardar los intereses del pueblo Libio. Los muertos son los propios Libios. ¿Está bien? Supongo que sí. Gadafi ha sobrepasado la raya y su pueblo no lo quiere. El responde disparando contra la oposición y el mundo dice: hasta aquí hemos llegado. Es curioso que no se pregunte ¿por qué hemos llegado hasta aquí?
Muchos de los jefes de gobierno, perdón, de los dictadores de los países listados al comienzo, van y vienen aquí y allá y son recibidos por unos y por otros sin mucho escrúpulo. Muchos de ellos hacen negocio aquí y allá y no se hace asco al dinero obtenido de la explotación de su pueblo. Muchas empresas de aquí, invierten allí para aprovecharse de condiciones muy ventajosas. Entre otras, mano de obra a precio puta (con perdón).
¿Actuamos de manera correcta? ¿Por qué no cerramos sus fronteras? ¿Por qué seguimos negociando con estos países? Dicen que quien parte y reparte se lleva la mejor parte. Claro, estos dictadores no son tontos, son lo que son para vivir como maharajás y necesitan la miseria a su alrededor (controlada, eso si) para que nadie se levante en su contra. Así que el pueblo directa o indirectamente algo recibe. ¿Qué sería de ellos si el mundo no diera de comer a sus amos?
Ahí nos las tenemos. Por un lado se hacen necesarias intervenciones para solucionar lo que nosotros hemos ayudado a enquistar. Por otro lado debemos estrechar la mano al dictador con la mejor de nuestras sonrisas a sabiendas de que su pueblo vive sin libertad o en contraposición debemos cercar al dictador y a su pueblo para que estos (el dictador me importa un huevo) vivan sin libertad y con mayor miseria si cabe. Romper las relaciones diplomáticas y empresariales, vamos. ¿La solución o la ruina total?
Y se me ocurre otra maldad. ¿Actuamos con todos igual? Como sugerencia podemos derrocar a los que tengan bienes necesarios para mantener nuestro estatus, como por ejemplo Iraq y Libia. No podemos vivir sin petróleo. Podemos dejar a los poderosos como China al margen, que si no vaya lío que se puede organizar. Aquí mejor dejamos fuera también a los que tienen poderosos aliados como Cuba, que ya se acordarán ustedes de la que estuvo a punto de liarse con la crisis de los misiles. Otros como Turkmenistán, a pesar de sus reiteradas violaciones de los derechos ciudadanos más elementales y la marginación de minorías, ¿qué mal pueden hacer a nadie? ¿alguien sabe dónde está Turkmenistán?
Esperen, que no sigo, creo que esto ya está inventado, ¿no les suena? Creo que en el último párrafo he descrito básicamente nuestra (ética) forma de actuar. Hasta en el puesto de dictador hay clases. Qué mundo este.
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