Decía el otro día @javiercuervo vía twitter: «Comemos comida industrial, hacemos trabajos industriales y sufrimos educación industrial ¡pero nos gusta lo artesano!”. Y es cierto, no me lo van a negar, somos un poco raros, tenemos nuestras idiosincrasias que nos definen como sociedad, pero a la vez anhelamos, al menos temporalmente, otras formas de vida, quizá las necesitemos. Quizá sea una llamada al orden por parte de nuestros genes.
Me sorprende por ejemplo nuestra actitud en Semana Santa. Muchos, algunos, con una semana de vacaciones por delante y la mayoría con los cuatro días de rigor, empaquetamos lo imprescindible y vamos todos a buscar nuestra felicidad, la particular de cada uno, que poco o casi nada se diferencia de la general, la de todos. Unos tiran para el campo o para la playa, otros aprovechan para acercarse a su pueblo y a sus raíces y algunos, saltan las fronteras para descubrir nuevas formas de vida o simplemente diferentes costumbres. Los que se lo pueden permitir, que la cosa está para pocas alegrías, mochila al hombro o maleta en mano, escapan como alma que lleva el diablo de sus quehaceres y lugares habituales para buscar el descanso o la juerga en otros diferentes.
Decía la Dirección General de Tráfico que se preveían alrededor de 13 Millones de desplazamientos, en la típica noticia de telediario en periodo vacacional. 13 Millones. ¿De coches? 13 Millones de coches pululando por nuestras carreteras significa en el mejor de los casos… el caos en determinados lugares. Uno de ellos Madrid. Yo sufrí la entrada por la carretera de Andalucía y observé la entrada por la carretera de La Coruña. No menos de 300 kilómetros de retenciones en ambos casos, arrancar, parar, parar, arrancar. ¿El caos? La locura.
Pasado el mal trago, que lo es, nos queda refugiarnos en los días de descanso o algarabía que han quedado atrás, en los días en los que hemos salido de nuestro entorno para respirar el mismo aire en otro lugar diferente. Y en general habrá merecido la pena, básicamente porque año tras año se da la misma circunstancia. En particular cada uno hace su balance, pero es una pauta social, nos agrupamos en grandes «enjambres», construimos todo lo que necesitamos a nuestro alrededor para vivir y en cuanto llegan cuatro días festivos, nos lanzamos en frenética carrera hacia otros lugares donde olvidar el entorno habitual. Somos una especie aventurera, nómadas por naturaleza, sedentarios por obligación social.
1 Comentario
Nómadas por naturaleza y sedentarios por obligación social
http://t.co/Z8E1mft2jS Se acabaron las vacaciones, bienvenidos a la realidad