Estaba yo el sábado por la mañana repasando tranquilamente la prensa, blogs, y redes sociales varias, cuando un reportaje de un medio nacional me llamó la atención. Atrapados en el norte, titulaba su autor. Para sintetizarlo les diré que habla de la crisis en España, de la desesperación de algunas personas y de la falta de criterio a la hora de buscar alternativas.
Ante el aumento significativo del paro en nuestro país, que genera auténticos dramas personales, hay personas que toman decisiones bastante arriesgadas, más si cabe cuando su impulso es un programa de televisión que relata las bondades (nunca las miserias) de uno u otro país. El caso concreto es el de un reconocido programa de televisión nacional, Españoles en el mundo y un reportaje en especial, el que habla de Noruega y que define a su capital Oslo como la ciudad que protege.
Noruega es según la ONU el mejor país del mundo para vivir y para ser madre. De los padres no se menciona nada, por lo que supongo que habrá mejores países en los que ejercer tan noble actividad. El petróleo ha engrandecido al nórdico país hasta situarlo como uno de los más ricos del mundo, a la vez que la buena gestión de sus recursos han modernizado la sociedad para convertirla en una de las más avanzadas e igualitarias socialmente hablando del planeta. La conciliación del trabajo y la familia es la norma por aquellas latitudes y en 2011 fue catalogado como el país con más alto índice de desarrollo humano, título emitido por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que se basa en un indicador social estadístico compuesto por tres parámetros: vida larga y saludable, educación y nivel de vida digno.
Hasta aquí todo perfecto. Más aún si los españoles que participan en el programa televisivo narran las mil y una maravillas del país. Les ha ido bien. Enhorabuena chicos. Pero no nos engañemos, no todo es «jauja». Noruega es un oasis de bienestar para sus ciudadanos, cierto, pero también es cierto que no hay ayudas sociales para inmigrantes, al menos no oficiales. Caritas, Cruz Roja o el Ejército de Salvación hacen las veces de salvaguardas de los más desfavorecidos, que en este caso son los que no han sabido medir bien sus pasos.
Ver un programa de televisión con tintes optimistas y coger el macuto para irse a buscar el dorado tiene sus riesgos. Primero y más evidente, si no sabes Noruego e Inglés lo vas a tener muy complicado. Segundo, los salarios allí son altos, muy altos, pero no es menos cierto que el nivel de vida es también alto, lo que repercute en los costes de productos y servicios. Llegar a Noruega sin trabajo, con 600 euros en el bolsillo es para saber que vas a dormir en la calle. Tercero, si vas a dormir en la calle deberías saber que allí la temperatura media es mucho frío, más de lo que un buen burgalés está acostumbrado a soportar.
Bajo estas premisas, el artículo narra como uno tras otro, han ido llegando españoles a Noruega para acabar durmiendo en sus calles y comiendo de la basura, para encabezar la, hasta ahora, prácticamente nula indigencia en sus gélidas calles.
La situación es difícil en España. Cuando la vida se tuerce y llega la desesperación, a veces se buscan alternativas poco razonables. No digo yo que emigrar a Noruega u otro país sea un error, que remedio va a quedar a muchos que dejar atrás nuestra paupérrima situación para buscar las habichuelas en otras latitudes, lo que digo es que hagamos las cosas con prudencia. Si hay que irse, se va, pero intentemos ir preparados. Idioma, trabajo concertado con alguna empresa patria (aunque de inicio cobremos menos), investigar como está nuestra especialización en el país elegido, etc. Vamos, sentido común. De lo contrario pasan cosas como que obreros especializados en el ladrillo al llegar allí se den cuenta que el material usado habitualmente para construir es la madera. «Fail» catastrófico para sus opciones de iniciar una vida nueva. Repito, prudencia amigo trabajador.
Sin Comentarios