¿Quién dirige nuestro destino?

Europa está hecha unos zorros, sobre todo allá por la parte de abajo. España, Portugal, Grecia, Italia, Chipre y espera que todavía vienen curvas. Ante el panorama particular de cada uno de los países integrantes de la comunidad, se antepone el carácter general de un sueño llamado Europa que a día de hoy nos viene grande por muchas razones. Hablando de grandes, de los que tiran del carro, se ha descolgado en los últimos tiempos uno, Francia, que amparado en el reformismo social de Hollande, está más preocupado de lo que se cuece en sus fronteras patrias que no en lo que puede influir en el resto de países conformantes. Lástima. Así, un líder destacado escapa del pelotón y marca sus directrices al resto.

Alemania con Merkel al frente se ha erigido por decreto propio como el centro de Europa. El presidente que no tenemos todos de facto, a día de hoy es una señora que aboga por apretar con mano dura a todo aquel que no mantenga el ritmo del pelotón, un ritmo que también marca ella o su fiel escudero de equipo Durão Barroso, que ha sufrido el famoso Síndrome de Estocolmo de tanta relación con la señora teutona, que camino lleva de dejar a aquella dura oficial europea, la señora Thatcher, a la altura de una cándida mozalbeta de pueblo con algo de mala leche, eso sí.

Creo que Chipre ha sido un aviso a navegantes. Un país pequeño, con poco peso internacional va a pagar los platos rotos de una señora que juega a dos bandas, una la de líder indiscutible de una Europa vieja y resquebrajada por su propio sistema, otra la de ejemplar directora de orquesta y salvaguarda de los intereses de su nación en vísperas de elecciones. Menudo cocktail. Para la señora, la banca y los gobiernos que la legitiman son aliados que no está dispuesta a perder, tampoco el dinero que de sus arcas está manteniendo las endebles estructuras europeas, sin embargo el resto se «la trae al pairo». Cargar contra los ciudadanos chipriotas es un daño colateral que no le importa infringir, en su mente cuadriculada por el frío y la falta de estímulos sociales, pone en cintura al resto de Europa con un castigo ejemplar a un país con nula fuerza en la unión. «Señores Italianos, Españoles, Portugueses, Griegos y demás… acaten lo que sus gobiernos les imponen o se las verán conmigo«. Y a tragar. Que para eso manda quien manda.

No creo que nadie dude al responder la pregunta que encabeza estas líneas. La cuestión que quizá nos debamos preguntar es si queremos seguir regidos y gobernados por esta señora que no duda en sacrificar a millones de ciudadanos con tal de perpetuar las bases económicas que nos han traído hasta aquí, aquellas que han llevado la riqueza hacia si mismas y que han sumido a cada uno de los pueblos de la Unión (a unos más que a otros) en un más que preocupante presente que mira hacia el futuro con pérdida de derechos, con pérdida de poder adquisitivo, con pérdida de libertades y con una deuda perpetua, aquella que han provocado los sistemas bancarios, económicos y políticos de cada país y que ahora, por real decreto de la Merkel en Chipre y extensible a toda Europa, vamos a pagar todos nosotros.