Llevo años intentando comprender nuestra forma de pensar y de realizar las cosas. Me refiero a la humanidad en global o al menos a la parte de humanidad que hemos dado en llamar primer mundo. Si alguno de ustedes se encuentra en semejante envite, comprenderá mi desasosiego e incluso ansiedad por no poder llegar a establecer un patrón de comportamiento basado en la razón y la coherencia, todo lo contrario, diariamente vemos o leemos historias que helarían la sangre de cualquier observador externo con un mínimo de imparcialidad.
Voy a intentar explicarme sin hablar de gobiernos, oposiciones, bancos y profesionales del hurto con cuentas millonarias en Suiza. Será difícil pero vamos.
Los humanos, somos seres peculiares que caminan erguidos, algunos orgullosos de su propio ser de cara al exterior, otros no pueden disimular siguiera su condición entre las masas provocando el alboroto, la vergüenza o las ganas de enviar cualquier objeto contundente contra su centro de control, cual golpeo en ese aparato que se ha desintonizado por un momento y que vuelve así a su ser. Nuestros gustos quedan grabados por lo que los medios de comunicación llaman audiencias, share`s o similares y nos delatan como fervorosos consumidores de males ajenos y como voyeurs de la clase más pudiente y de sus aventuras entre unos y otros.
El intelecto nos la trae «al pairo». Es un hecho demostrado por varias razones. Si leen ustedes el Boletín Oficial del Estado o los resúmenes de los presupuestos generales de unos y otros gobiernos, sabrán que lo que se dedica a la ciencia, a la investigación y al desarrollo, son las migajas de pan que el bueno del anciano baja al parque para intentar dar de comer a la ingente cantidad de palomas que abarrotan la ciudad. Da para que coman cuatro y el resto a buscar «despojos».
El hecho de que nuestros gobernantes destinen cero coma a nuestro desarrollo no parece preocuparnos lo más mínimo, es bastante más interesante, verano tras verano, jalear a grandes fichajes de grandes clubs, cual corzos en berrea, observando como tipos con una psicomotricidad buena o muy buena (bueno, no todos), pueden llegar a ganar cantidades al año que el que jalea jamás en su vida los verá, ni juntos, ni separados. Este hecho haría pensar al mismo observador anterior que no somos una especie egoísta, pues nada más lejos de la realidad.
Somos egoístas, nos mueve nuestro propio interés particular, cosa que no es mala en su concepto a no ser que este interés particular barra, pisotee o aplaste otros intereses tan particulares como esté o hasta más globales. Somos muy del «ande yo caliente, que se j…. la gente» y perdón por retocar el dicho popular, pero aquí cada uno mira para si mismo y el interés colectivo o el interés individual de los demás, nos la trae al pairo. Por eso hay la pobreza que hay, por eso nos encontramos gente durmiendo en la calle en cualquier ciudad española, por eso niños rebuscan alimentos y juguetes en la basura día si y día también, por eso y por muchas más cosas somos egoístas, no hay vuelta de hoja.
Vaya día que tiene este, se dirán ustedes. Pues ni así ni «asao». Quizá solo soy uno de esos soñadores que aún creen que es posible tener una vida más digna en general, que acabarán los abusos, las guerras, las violaciones, las imposiciones por la fuerza, la esclavitud de muchos. Quizá soy de esos que también creen que muchas cosas se pueden hacer de forma diferente y que estamos en una época de cambio social y económico que debería propiciar el crecimiento de maneras muy diferentes a las actuales.
Quizá soy uno de esos soñadores que no se resigna y que tras leer una de «esas» noticias diarias que abundan en nuestros medios de comunicación, se pregunta: ¿pero de dónde c… venimos?
Sepan que estos días en la conferencia Goldschmidt, evento organizado por la Asociación Europea de Geoquímica, que este año se realiza en Florencia, Italia, un tipo llamado Steven Benner quizá haya dado con la clave del porqué de nuestros extraños comportamientos sociales. Dice el bueno de Benner que según sus estudios, la vida podría haber comenzado en Marte antes de llegar a nuestro planeta vía meteoritos (más info) y claro, uno no puede menos que esbozar una sonrisa y afirmar que quizá tenga razón este y otros que apoyan la teoría, al fin y al cabo, si fuéramos marcianos, nuestros actos al fin podrían tener una explicación.
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