El ser humano es imprevisible en sus creencias. No voy desde aquí a desmitificar nada ni a catalogar a nadie que crea o deje de creer en lo que se le antoje, ya lo he dicho siempre, allá cada cual con lo que haga mientras no dañe a los demás. Sin embargo no está de más conocer el porqué o porqué no de las cosas. En este mundial, que felizmente nos hemos traído para casa, la tontería del pulpo adivinador ha sobrepasado cualquier planteamiento racional por la difusión que ha tenido y por lo rápido que los medios han llevado a un «púlpito» a este «pulpito».
No me ha hecho falta navegar mucho por la red para encontrar explicaciones racionales de tan portentosa hazaña. Desde el blog “Vamos a largar”, escrito por Antonio Pérez Cribeiro, jefe de Biología marina del Aquarium Finisterrae (A Coruña) y experto investigador de esta peculiar raza, tenemos una experimentada opinión sobre el asunto:
Desde que tuve conocimiento de la historia del pulpo Paul procuré mantenerme al margen por su intrascendencia, aunque comprensible desde el punto de vista de la variopinta liturgia de supersticiones inherente al fútbol. Pero resultó imposible mantenerse fuera del alcance de Paul. En los últimos días mis compañeros y yo hemos tenido que atender un buen número de llamadas de diferentes medios para hablar de un tal Paul, que ni es Newman ni es McCartney. Es otro más famoso.
Parte de la culpa la tuvo este blog, donde, de modo más o menos recurrente, he ido comentando diferentes experiencias con los pulpos, y con la movida de Paul muchos curiosos cayeron por aquí desde los buscadores. Y otra parte de culpa la tuvo mi trabajo, en el Aquarium Finisterrae, centro donde albergamos la mayor colonia de pulpos en acuarios del mundo, de la especie Octopus vulgaris –como Paul-, con más de un centenar de individuos. El caso es que el asunto se puso ya imposible después de que Paul “acertara” el equipo que iba superar la semifinal en el partido España – Alemania.
El motivo principal por el que no me gustó nada este rollo del pulpito es que los parques zoológicos y acuarios -y quienes trabajamos en ellos-, no debemos fomentar ningún acto circense con los animales. Todavía muchos centros, cada vez menos, siguen tratando de reflejar en los animales comportamientos antropomórficos, ajenos al más mínimo rigor científico aunque sí muy rentables para las arcas de sus propietarios.
Además, actuar de este modo podría estar rozando el límite de lo legal, pues todos los Acuarios europeos estamos sujetos a la misma normativa, que emana de una Directiva Europea de 1.999, en la que se definen nítidamente nuestras funciones como entidades que han de fomentar la educación ambiental y el respeto por el medio ambiente, así como participar en programas de investigación tanto fuera como dentro del propio hábitat natural de las diferentes especies. Por tanto, sería muy recomendable que los gestores del acuario de Oberhause -donde vive Paul-, repasaran la citada directiva europea.
El pulpo Paul y sus “dotes adivinatorias”
Aunque es obvio, aclaremos que Paul no tiene ni remota idea de lo que es una bandera, un país, ni esas cámaras, caras pintadas, y flashes que se ven al otro lado del acuario. Ni siquiera es consciente de que está en un acuario. Sólo sabe que donde vive hay unos límites, y conoce su entorno a la perfección. También sabe que con determinada periodicidad le dan de comer, por cierto, comida por la que sólo prestaría atención en la naturaleza si se viera muy apurado. Con la pasta que han ganado ya le pueden dar por los menos cangrejitos una temporada, o nécoras, que bien las merece.
Cuando a sus cuidadores les da por el paripé de las banderitas, él asocia (por condicionamiento previo, por visión, por quimiorrecepción, etc… tanto da para el caso), que allí dentro, en aquellas cajitas está la comida del día. Como todo el mundo sabe a estas alturas, los pulpos tienen una gran habilidad para resolver determinados problemas variando la estrategia si la inicial fracasa. En el caso de Paul, podemos comprobar que esta harto de abrir cajitas, así que sencillamente se dirige a una, la abre y devora el alimento que alberga.
¿Hay algún motivo por el que vaya para una cajita determinada y no para la otra?
Lógicamente, en la decena de años que llevamos conviviendo con pulpos en nuestro Acuario hemos llevado a cabo numerosas experiencias. También hemos aprendido diferentes técnicas para revolver determinadas situaciones, como, por ejemplo, conseguir que un pulpo terco salga del interior de un tubo provocando una ligera variación de pH temporal en su interior para no dañarlo (lo que haríamos si tirásemos de él), pero lo suficientemente molesta como para obligarle a salir del inesperado refugio.
Del mismo modo, y basándonos en técnicas que no sean detectables visualmente, podríamos “motivar” a un pulpo para que, ante dos opciones, se decante por la que nosotros decidamos a priori. Con esto no quiero decir que los responsables del Acuario hayan manipulado nada, sino sencillamente que es factible hacerlo.
A partir de ahí se han generado infinidad de debates estériles, entre los cuales me ha llamado la atención la cuestión sobre si los pulpos son capaces de distinguir o no los colores. Resulta asombroso –y preocupante- ver que personas que están al cargo de centros de divulgación científicas han suscrito auténticas sandeces, supongo que acostumbrados a ir por la vida largando en charlas y en los medios ante un público que suele creer a pie juntillas lo que dice el supuesto experto/a. Otras veces la explicación es más sencilla, falta de prudencia inversamente proporcional a las ganas de opinar sobre cualquier cosa en la que poder quedar como un crack en lo que se tercie.
Según he leído (yo no lo he investigado), en base a los estudios anatómicos que se han llevado a cabo, así como a ciertos experimentos de comportamiento, se ha concluido que los pulpos no pueden diferenciar colores, teniendo visión monocromática, aunque sí pueden discriminar brillos, formas y orientaciones. Pero en realidad es casi irrelevante si ve o no en color, porque la clave de la cuestión no es ésa, sino si un pulpo es capaz de reconocer una bandera determinada, y, este caso, probablemente la respuesta sea afirmativa (lo cierto es que siempre he tenido algo más importante que hacer que chequear esta hipótesis, que hubiera hecho las delicias del Profesor Mastropiero).
Ya nos vamos acercando. ¿Podría Paul reconocer una bandera determinada? En mi opinión, sí, siempre que ésta sea notablemente diferente de la que se presente como alternativa. De este modo, aquellas banderas que estén compuestas por tres líneas horizontales tendrán más probabilidades de confundir entre sí a un pulpo condicionado que otras de diseño diferente. Aquí ya tendría mucho que decir el brillo en los tonos monocromáticos y el grado de aprendizaje del pulpo. Por ello creo que las probabilidades de que se haya alcanzado este elevado grado de condicionamiento son muy remotas, pues requerirían un trabajo extremadamente meticuloso y durante mucho tiempo.
Así las cosas, desde mi punto de vista, no creo que el pulpo Paul tenga ningún tipo de condicionamiento en relación a bandera alguna, aunque sí que está condicionado para abrir cajitas y coger el alimento. Tampoco creo que tenga ningún otro tipo de adiestramiento que le haga ir hacia una caja u otra, si bien para tener una opinión más fundamentada tendría que ver el pulpo en directo y no a través de videos en internet.
Me inclino más hacia el azar, o hacia algún tipo de técnica del personal que cuida al animal, sospecha que fundamento que en que hay infinidad de truquillos que podrían motivar al pulpo para entrar en una caja u otra, según convenga, y de esto no tengo duda pues llevamos muchos años conviviendo con estos cefalópodos.
Y ya puestos a dudar, comparando su tamaño con el balón de fútbol, su forma, la proporción del cuerpo y otros aspectos, les aseguro que casi estoy convencido de que este pulpo no tiene dos años, y por tanto, éste no es que utilizaron en la Eurocopa 2008. En este caso, muy probablemente los gerentes del acuario de Oberhausen nos estén tomando el pelo de un modo que va más allá del simple cachondeo de un pulpo inglés nacionalizado alemán y que es adivino. Toma ya.
Todo muy bien, vale… ¿pero entonces porqué se va para la cajita del equipo “vencedor”?
Una vez que ya hemos delimitado la cuestión, toca afrontar la cuestión clave: ¿por qué adivina?
Este juego ya empezó con la Eurocopa de 2008, y al parecer el pulpito Paul de entonces (que no es el actual), falló bastante. Total, que puede que sus cuidadores mejorasen la “técnica” de hacer que el pulpito fuera para la caja que ellos desean (ellos conocen como van las apuestas, etc.., Paul no), lo cual como he dicho antes, es relativamente sencillo (e invisible). O simplemente coincidió, todo es posible.
Llegados aquí, toca dejar en libertar sin cargos a la Biología, y pasar al ámbito de la Estadística.
En la fase de grupos Paul era uno de tantos animales que por todo el mundo había “prediciendo” qué equipo ganaría cada partido para gloria de sus respectivos dueños. Lógicamente, entre tanta foca, otario, delfín, loro, pulpo, etc… alguno tenía que acertar tres partidos, y acertó Paul (Frente a Australia, Serbia y Ghana). También acertaron otros animalitos, incluidos muchos humanos, por cierto, pero Paul fue el que se hizo con el control mediático, muy hábilmente jugado por sus gerentes, y repito, bordeando la normativa de zoos y acuarios europea, por ser cortés.
A partir de ahí, ya fue más sencillo, apostar que ganaba Alemania frente a Inglaterra y Argentina no era nada descabellado, y menos aún, ir con España en las semifinales y en la final. Lo sabían bien sus cuidadores y también las casa de apuestas. De hecho, a Paul la roja se la traía más bien floja. Y cualquier otra, lo mismo.
En resumen, me inclino por la explicación más sencilla, es decir, entre tanto “adivino animal” alguno tenía que atinar, aunque luego su fama se disparó cuando siguió acertando dos o tres partidos más, como tanta gente, no sólo los cuidadores del pulpito, o quizás el propio Paul por simple azar.
No quisiera finalizar este larguísimo post sin comentar que circula por ahí una sugerente hipótesis que dice que debido a la enorme repercusión mediática de Paul, pudo haber llegado a sesgar las probabilidades estadísticas, pues cuando un determinado fenómeno se aparta de las probabilidades que le son estimadas estadísticamente, pueden estar influyendo aspectos externos que expliquen el desmesurado sesgo, explicaciones que obviamente siempre están en el ámbito de la ciencia y no de la brujería ni majaderías similares. (Observad cierto paralelismo con la incertidumbre bursátil). De ser así, la “predicción” de Paul podría afectar a las tendencias en las casa de apuestas, de ahí a los medios y a través de éstos llegar a variar la percepción que un equipo tiene de su contrario en vísperas del partido. Este supuesto, hipotético, sería digno de un estudio profundo sobre la mente humana y los motivos que no llevan a creen en cosas raras.
Ya lo decía Francis Bacon: “La gente lista cree en cosas raras porque está entrenada para defender creencias y afirmaciones a las que ha llegado por razones poco inteligentes”.
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Más información: Vamos a Largar
Visto en: Ya está el listo que todo lo sabe
Pulpos (Fuente: Wikipedia): Los octópodos son un orden de moluscos cefalópodos conocidos comúnmente como pulpos. Carecen de concha y poseen ocho brazos. Son animales marinos y carnívoros.
Los ocho brazos de los pulpos cuentan con ventosas pegajosas y convergen en el cuerpo del animal; en su punto de convergencia presentan la boca provista de un pico córneo. En la cabeza se alojan los ojos, muy desarrollados, el cerebro y tres corazones, dos de ellos bombean sangre a las dos branquias y el tercero al resto del cuerpo. En el manto se ubican el resto de vísceras, como el depósito de tinta que emplean para escapar de sus depredadores; también cuentan con un sifón, el cual a diferencia de los calamares, puede cambiar de dirección, con el que expulsa una gran cantidad de agua, impulsándose así a gran velocidad.
Cada uno de sus brazos se conecta con un cerebro pequeño que depende del principal y que los usa para controlar sus brazos.
Los pulpos más pequeños, como el pulpo de anillos azules que vive en Australia, alcanzan tallas de unos 15 cm. El pulpo común Octopus vulgaris puede alcanzar los 3 m de largo y 12 kg de peso. Las especies más grandes llegan a los 6 metros y los 70 kg, como Haliphron atlanticus y Enteroctopus dofleini.
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3 Comentarios
vaya rollazo, viva paul
[…] vooLive.net » Blog Archive » Sobre pulpos con dotes adivinatorias Bueno, todo el mundo sabe que los adivinos no existen. Iba a decir “y menos los pulpos adivinos”, pero en realidad los pulpos adivinos no existen en el mismo grado que los humanos adivinos. […]
Totalmente de acuerdo con Rimero: hay tantos pulpos adivinos como personas. LO que sí es cierto es que algunos pulpos son mucho más inteligentes que algunos seres humanos; por contra, su esperanza de vida es menor, tal y como afirman en esta web sobre saber.