Es acercarse el verano y la mente de un servidor gira 90º para mirar hacia uno de esos lugares que, aún masificado en época veraniega, sigue manteniendo un espíritu diferente que realmente le hacen especial a la hora de enfocar el descanso familiar. ¿Familiar? Dirán muchos. Si, familiar. Los que me seguís por Instagram podéis ver que estoy recopilando una serie de fotos sobre la isla que acompaña a este artículo.
Estamos acostumbrados por los medios de comunicación a la Ibiza de los excesos y los lujos, a la Ibiza de la juerga continua y los enormes yates de jeques varios y «millonetis» de aquí y allá. Y no mienten (en esta ocasión) los plumillas y demás, realmente existe esa Ibiza y por suerte o por desgracia es la viva imagen del verano por esas latitudes. Pero no se alarmen, no todo es bullicio y locura en la isla, hay otra Ibiza más desconocida, una Ibiza más familiar, más atractiva a mi entender.
Esa Ibiza familiar comienza donde concluye la otra, en su costa, en sus playas, en sus calas. Gracias al don recibido por el alga posidonia, las playas y calas de la isla son una delicia para la vista, el mar llevado a un tono turquesa abrumador hasta para el menos sensible de nuestra especie y que contrasta con la fina arena blanca que predomina o con el color piedra característico de la isla. Un espectáculo incomparable, acompañado de un clima mediterráneo suavizado por su privilegiada situación geográfica. Playas de Compte, Cala D`hort, Cala Salada y Saladeta, Cala Bassa, Aigues Blanques, Cala Mastella, Cala Gració y Gracioneta, Cala Tarida, Benirras y el resto. Todas buenas, todas con su propia personalidad.
El segundo aliciente son sus blancos pueblos que se contrastan con el verdor característico de su flora, así como con el marrón claro tierra de sus secos suelos. Más allá de la ciudad de Eivissa, Santa Eulalia des Riu o Sant Antony de Portmany, existen una serie de pueblecitos en la isla que son todo un espectáculo para el disfrute familiar, empezando por Santa Gertrudis de Fruitera y seguido de cerca por Sant Josep de Sa Talaia, Sant Carles, Sant Rafel, San Joan, etc… Todos merecen una parada para el paseo por sus calles, hostelerías y comercios.
La gastronomía Ibicenca es su tercer aliciente, degustar platos típicos como el Bullit de Peix o las riquísimas paellas ibicencas es un placer para el paladar que no se queda aquí, pescados, carnes y hortalizas conforman una amplia variedad de platos para perder el sentido dejándose ir en un abanico de sabores que acompasan al tiempo y paisaje ibicenco.
La oferta de ocio dirigida a todos los públicos y por supuesto también a familias podría considerarse como su cuarto aliciente. Todo tipo de deportes acuáticos forman parte de su herencia marítima que no queda solo allí. Ibiza está repleta de rutas para caminar y para andar en bicicleta, descubrir su costa y su interior por estas rutas te llevan a paisajes únicos y menos masificados como Atlantis, Es niu de s´Àguila, los monolitos de cala Llentia, la cueva de Can Marca y tantos otros por descubrir.
Mención aparte merecen los mercados hippies tradicionales, encabezados por Las Dalias y Punta Arabi en Es Canar, pasar la mañana o la tarde recorriendo sus puestos es un aliciente difícil de obviar para toda familia que pase unos días en la isla.
Familiar, sí. Hay muchas Ibizas y yo abogo por la Ibiza familiar, la de la tranquilidad, la belleza natural y su filosofía hippie. Nos vemos en Instagram y os sigo contando cosas allí.
2 Comentarios
me párese genial el sitio
Fantastico post. Gracias por compartirlo…Espero màs…
Saludos