Buscando las coincidencias, buscando asociaciones. Esa debió ser la premisa de los responsables de Amnistía Internacional en su 50 cumpleaños. Y las encontraron. El 50 aniversario de la carrera musical de Bob Dylan. A partir de ahí a trabajar. Reuniones, contactos y las negociaciones necesarias para sacar a la luz un proyecto colaborativo que pudiera dotar de fondos para seguir luchando por los derechos humanos en el mundo. «Queríamos hacer algo especial para esta fecha, algo que pudiera seguir el éxito que tuvimos con el álbum Instant Karma. Y la profundidad de las palabras de Dylan son inigualables”, dice Karen Scott, responsable de las relaciones con la industria musical de Amnistía Internacional.
Así nace Chimes of Freedom, The songs of Bob Dylan, un cuadruple CD con 73 canciones en el que participan artistas como Sting, Adele, My Morning Jacket, Pete Townshend, Elvis Costello, Johnny Cash, Cage the Elephant, Kesha o Miley Cyrus. Un precioso regalo para los oídos de todo aquel que no disfrute de las barbaries de la música actual (léase Michel Telo por poner un solo pero sangrante ejemplo).
No ajenos a la problemática actual a la hora de vender música, Amnistía Internacional ha desarrollado el proyecto en tres vertientes, la posibilidad de comprarlo en formato CD, en formato mp3 y «oh, novedad», han pensado también en la descarga libre de canciones sueltas, incorporando su producto a Amazon y a iTunes. “Sí, la industria musical era muy distinta hace cinco años cuando lanzamos Instant Karma, así que es difícil estimar cuánto podemos vender. Dejémoslo en que intentaremos vender lo máximo posible. El dinero irá a los fondos de la organización para el trabajo a favor de los derechos humanos. Es un momento crítico para estas cuestiones: hemos tenido un gran éxito en esta lucha en los últimos 50 años y necesitamos dinero para seguir luchando otros 50 años”. Queda claro.
Inicialmente pueden estar satisfechos. ONG que busca financiación, encuentra un producto de calidad que vender al mercado. Lejos de imponer a sus posibles consumidores el formato en el que disfrutarán del mismo, ofrecen varias alternativas para que cada cual se adecue a los soportes que más utiliza. ¿Dónde está el problema? ¿No se vende música? Cierto, no se vende como antes. Pero, preguntémonos que es lo que no se vende. Basura enlatada y encorsetada a soportes del siglo pasado. ¿Dónde está la creatividad de los músicos? ¿Dónde está la cintura de la industria para llegar al consumidor? ¿Dónde?
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