Somos la leche, si nos dan un poco más de tiempo, acaparamos el cien por cien del paro de la eurozona. Mira que hay países pasándolas canutas por ahí, algunos intervenidos abiertamente y otros encubiertamente, pero en cuestiones de desempleo no nos tose ni el «tato». Cinco de cada diez parados en la zona euro son españoles. Con dos… Y así llevamos un tiempo a la deriva, sin políticas claras de gestación de empleo, ni en los 100 de Rajoy, ni en los tropecientos de Zapatero. Brindis al sol, lunes en la cama.
La media del paro en Europa se sitúa en el 10,8% de la población activa, mientras que en España nos vamos al 23, 6% y tan anchos. Datos de Eurostat. Sólo Grecia intenta seguir nuestro infernal ritmo de destrucción de empleo con un meritorio 21% (nótese la ironía). Es imposible hoy en día, salvedad hecha de ermitaños varios, encontrar a un Español que no tenga en su círculo más cercano algún familiar o conocido sin empleo. El desequilibrio estructural de nuestra economía es evidente en todos sus frentes, el aporte a la seguridad social decrece, mientras que los gastos sociales crecen. Balanza desajustada, economía caótica.
Aquí vivimos de servir a nuestros compadres europeos. Antes encontramos el «maná» con la construcción, pero se derrumbó el castillo de naipes, así que nos queda nuestro eterno sol, las terracitas y los camareros. La metalurgia languidece a marchas forzadas. El consumo, lastrado por tanto desempleado, recorta puestos de trabajo en otro de nuestros sectores clave. Campana y se acabó. No hay más. En pleno 2012, en un mundo dominado por la tecnología, nuestra inversión a tales efectos en los últimos años ha sido de cero coma. No somos competitivos. No creamos riqueza. No creamos empleo.
Los dos últimos gobiernos han decidido seguir trabajando en el tejado de la casa sin poner los cimientos que la sujeten. Ven las goteras y cada uno a su estilo pone los parches pertinentes. Los efectos no se ven porque los parches no aguantan el aguacero que está cayendo y la estructura de nuestra casa es muy endeble, de esas construcciones de cuento en las que venía el lobo y soplaba y soplaba y claro, pasaba lo que pasaba. ¿Quién se ha preocupado en los últimos años de buscar nuevas fuentes de ingresos, nuevas fuentes de generación de empleo?
Es tarde. Se tenía que haber previsto, se tenía que haber trabajado antes, pero mejor empezar tarde que esperar al derrumbe. Nadie sabe lo que va a durar el aguacero, pero de lo que si estamos convencidos muchos es que este país necesita atraer otras formas de generación de empleo. Eurovegas al margen que me recuerdan al bienvenido Mr. Marshall de antaño, la investigación, la ciencia y la tecnología son exportables, son generadoras de empleo y de dinero. ¿Para cuando? Es difícil saberlo. Las ramas más bajas, las que tienen que formar, las universidades, todavía tienen mucho que aprender de nuestros vecinos más avanzados. Los gobiernos no tienen ni «puñetera» idea de que va esto, por lo que difícilmente pueden actuar en este frente. ¿Qué nos queda? La Paro-dia Nacional.
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