¿Por qué creemos en cosas de las que no tenemos constancia de su existencia? ¿Qué nos hace tener fe? La ciencia amiga del si o no. La religión amiga del si aunque no pueda demostrarlo. Fe. Y la cosa no está como para solucionarse en pocos años.
Respeto y a veces envidio a todas aquellas personas que mantienen la ilusión, la esperanza de todo ser vivo de querer perpetuarse en los tiempos. La religión da respuesta a esa esperanza y cobija bajo su manto de pasión, nuestro temor más ancestral, morir y desaparecer. Todas las religiones tienen ese fin, luego unas se adornan con lazos de colores y otras con abalorios más o menos atractivos, pero pensemos, ¿que nos importan a nosotros esos lazos y/o abalorios? Hastiado estoy de ver feligreses devotos hasta la médula para ganarse la esperanza de la vida eterna y según salen del templo, iglesia o demás anfiteatros urdidos para venerar a dios-es, se olvidan de todos esos adornos religiosos de bondad, ayuda al prójimo, bienes terrenales y demás, para convertirse en verdaderos satanes para con sus semejantes. No nos engañemos, nos importa un rábano el prójimo, a mi que me den la vida eterna y que fulano se las apañe. En eso consiste la religión básicamente.
Y la ciencia busca que busca. Elucubrando posibilidades, dando palos de ciego a veces, otras buscando respuestas en nuestro interior.
Las respuestas no llegan. Ni la ciencia es capaz de demostrar o denostar la existencia de Dios, ni la religión tiene la más mínima prueba que pueda certificar que mi fe puede valer para algo, es más, esta última, bastante tiene con intentar mantener a salvo tradiciones y reliquias que con certeza la ciencia tacharía de superstición y de mentira.
¿Y qué hacemos? Queremos vivir para siempre, en el paraíso, en la propia tierra reencarnados y si me apuran hasta en el propio infierno, cualquier cosa antes que constatar que no somos nada, que estamos de paso, que somos efímeros, que somos tan insignificantes para el universo como lo es una diminuta mota de polvo para nosotros.
¿Nuestra respuesta a estas inquietudes? Teatro. Agasajamiento de figuras hechas a nuestra imagen y semejanza, cánticos a la esperanza, velas, humo, incienso… vacío. Con perdón para los costaleros, devotos y hasta fanáticos, que como decía antes quizá hasta envidio a veces su esperanza, pero sinceramente, les veo a ellos y al resto vacíos y temerosos de nuestra propia insignificancia.
Jesusito de mi vida, dime algo por favor, que la ciencia me quita la fe y la ilusión: Dios: una red de neuronas
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