El martes hablábamos aquí de lo que se está cocinando con el recorte de derechos en lo que a libertad de información y demás se trata. Hoy vengo a puntualizar, a matizar algún detalle que quedó sin aclarar.
Veo en redes sociales varias que el enfrentamiento puede equivocar a ambos bandos. Debe ser una generalidad de todas las batallas. Se equivocan los que han aprobado la Ley Sinde, por lo que ya hablamos y se equivocan algunos que están al otro lado. Me explico.
Al grito de cultura libre parece que estamos creando en la red un reducto para el gratis total. No. La cultura debe ser libre en los casos en los que el autor/es así lo decidan. En caso contrario, estos tienen todo el derecho del mundo a cobrar por su trabajo, poco o mucho, oferta y demanda. La consigna de la batalla no es esta ni mucho menos, si yo creo contenidos, que lo hago, yo decido en que formato los publico y si estos tienen un precio, otro o ninguno. Si creo un contenido que estimo que no tiene coste lo difunto, como lo hago diariamente aquí en vooLive.net. Si creo un contenido que pienso que es susceptible de tener un precio, estoy en el mismo derecho, como usted lo está en comprarlo o no. Oferta y demanda de nuevo.
Lo que no es de recibo es que los creadores de contenidos masivos, los que controlan el mercado, fuercen al mercado a consumir lo que ellos quieren en el formato que ellos quieren, más aún cuando su formato ha quedado obsoleto, ha sido barrido por los avances tecnológicos y solo existe ya por la fuerza de las diversas industrias que están interesadas en sustentarlo.
Los intermediarios están matando el valor del producto. En un entorno digital como en el que nos movemos hoy en día, que un autor se quede con el 8% de los beneficios es un absurdo que los más avispados están empezando a cambiar. Hoy en día si un intermediario se está quedando un 50 o un 60 por ciento del valor de la obra publicada, está engañando al autor y está encareciendo sobremanera el producto final. ¿Por qué? Porque hay otros soportes que han venido a quedarse, porque el usuario final está cambiando sus gustos, porque el verdadero valor de la obra está en la propia obra y no en el soporte en el que se difunde.
¿Era justo hace unos años que un cd de música costara 20€? No. Y no voy a entrar a valorar el contenido, que en la mayoría de los casos haría vomitar al más pintando. Si el cd valía 20 euros era para lucro de una industria que tenía el monopolio de la distribución de la música. Valga el ejemplo para el cine y los libros también, por poner otros dos ejemplos.
Yo ya no quiero música en cd. Yo tampoco quiero «morrallas» de discos cuando sabemos y saben, que sólo una canción, a lo sumo dos, merece la pena. Quiero esa canción. Y quiero que me la cobren de manera justa. No quiero pagar lo que vale el cd que no compro, tampoco a ningún transportista y de los distribuidores ni hablar. Quiero pagar a la tienda que lo vende, que evidentemente tiene que tener sus beneficios y por supuesto quiero pagar sobretodo al autor o autores que crean eso que tanto me gusta. Las sanguijuelas que hasta ahora han vivido de la intermediación sobran en este mundo digital donde la línea entre autores y consumidores es totalmente recta. Si no es así, encontraré la música, quiera Sinde o no.
Yo quiero ver series de televisión buenas pero mi tiempo no se adecua al de las televisiones. Su modelo publicitario es muy lucrativo, pero lamentándolo mucho, la tecnología ha cambiado. Déjenme ver la serie que me gusta cuando yo pueda y busquen la manera de ganar dinero con ello, que yo estaré encantado de pagar si el precio me parece justo, claro. Si no la encontraré, quiera Sinde o no, quiera el gobierno de turno o no.
Yo quiero leer libros. Mis estanterías están a rebosar de fantásticas historias que me han emocionado o interesado durante muchos años. Hoy tengo dispositivos en los que puedo almacenar cientos de libros sin que ocupen espacio, puedo irme de vacaciones con tres o cuatro libros sin ocupar la mitad de una maleta. No soy un nostálgico que necesita tocar el papel, me gusta disfrutar de lo más importante, el contenido. Cuando aparecieron los libros electrónicos en España, su precio era el mismo que los tradicionales ¿? Yo quiero leer ebooks, pero no quiero pagar el papel, ni los transportes, ni a mil y un intermediarios, quiero pagar a la librería que me los vende y sobre todo al autor o autores que son los principales protagonistas del cuento. Hoy en día, un libro de bolsillo (con su imprenta, su transporte y su distribución), sigue siendo más barato que un libro digital que no tiene ninguno de esos costes. ¿Me toman el pelo? Si me toman el pelo, encontraré el libro, quiera o no quiera Sinde, el gobierno de turno o las industrias que tan interesadas están en parar el progreso y que todo siga igual.
No equivoquemos todos el camino. No a la cultura gratis por supuesto, sería una hecatombe socio-económica de magnitudes considerables. Todo tiene su precio. Adecuen sus industrias al siglo XXI y lo que ustedes llaman piratería será su mejor marketing. Si yo puedo ver, leer y escuchar lo que quiero, en el formato que quiero y cuando quiero, no duden que pagaré por ello. Si me quieren vender lechugas a precio de caviar, ustedes mismos.
Al resto, a los del todo gratis, les diría que trabajaran un par de meses sin cobrar. Si hombre, tu trabajo también es cultura, enriquece nuestro país con tus conocimientos. Hazlo gratuitamente, se generoso con la comunidad. ¿O será que es todo gratis, menos lo mío? No perdamos el norte.
PD: Por cierto, si pinchan en la imagen que acompaña este artículo, podrán comprar esos maravillosos muñequitos de futurama a un precio muy atractivo. Por cierto también, yo no cobro comisión alguna ni por venta, ni por recomendación, ni por nada parecido. Me ha dado por ahí hoy.
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