Será por ocasiones, pero la realidad es que hasta tal día como hoy no había pasado nunca por el Rastro de Madrid. No tengo perdón, lo se. Supongo que los años, la crisis y que se yo cuantas cosas más lo habrán hecho evolucionar hasta lo que me he encontrado hoy, allá por las calles más castizas de la ciudad.
Mucho trasto viejo, pero no viejo de aprovechable, sino de ir directo a una planta de reciclado para convertirlo en otro elemento que pueda ofrecer algún tipo de utilidad a su futuro agraciado dueño. De las otras cosas, pocas únicas y mucha manufacturación. Qué pena. No lo pensaba como lugar para ello. Sin embargo no piensen que quedo a mal con el Rastro, al contrario. Por pocas cosas diferentes y asombrosas que haya encontrado, las que se han cruzado por mi camino hoy me han dejado un grato sabor de boca. Principalmente alguna máquina de escribir antigua, alguna rádio de antaño con una pinta magnífica y coches de juguete de época en bastante buen estado. Para pasar de vez en cuando.
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